Buenos Aires.- Los acreedores de bonos de deuda argentina tienen tiempo hasta este viernes, 8 de mayo de 2020, para aceptar la oferta de canje realizada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, pero parece que los inversores no van a transigir.
Uno de los tenedores de bonos más importantes, la sociedad de fondos de inversión Blackrock, ya ha dicho que no y ha presentado su propia propuesta. Sobre todo, a los inversores no les gusta el hecho de que Argentina quiera suspender hasta 2023 sus pagos de deuda externa para después retomarlos con intereses notablemente más bajos. Por otro lado, si llegara el default estatal, recibirían todavía bastante menos.
Para añadir presión, el ministerio argentino de Economía corrigió el pasado martes, sus pronósticos para 2020: la economía se contraerá alrededor de un 6,5 por ciento y el déficit fiscal supondrá el 3,1 del producto interno bruto. De esa manera, el Gobierno pintó un panorama aún más oscuro que el de hace varias semanas poco antes de que concluya el plazo dado a los acreedores.
Insolvente desde hace tiempo
La pandemia provocada por el nuevo coronavirus también afecta a la economía argentina. Pero el Estado está en bancarrota desde hace más tiempo.
Cuando Alberto Fernández llegó a la presidencia del país, en diciembre de 2019, heredó una deuda de 320 mil millones de dólares, acumulada por sus predecesores, Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
Solo en los últimos dos años, el endeudamiento estatal se ha elevado desde el 57 hasta el 90 por ciento del producto interno bruto, no solo por la deuda contraída sino también por haber devaluado el peso. Un dólar cuesta hoy más de cuatro veces más que el peso a principios de 2017.
«Aunque el presidente Fernández no lo ha hecho público, el país ya era insolvente antes de que él tomara posesión», dice a DW Federico Foders, profesor emérito del Instituto de Economía Mundial, con sede en Kiel.
Foders estima que, dependiendo de cómo se desarrollen los intereses, en los próximos años Argentina tendría que pagar hasta 45 mil millones de dólares anuales de deuda. Tomando en cuenta el PIB de 2019, eso supone un 10 por ciento del rendimiento económico del país: «No hay país del mundo que pueda soportar eso».