Juan Tomás Olivero Figuereo
Más de un tratadista, doctrinario, pensador o historiador de la filosofía asume la convicción de que pocos pensadores han sido tan influyentes en la cultura occidental como Sócrates a través de los escritos de Platón y Jenofonte en sus diálogos del primero y, del segundo, El Convite y las memorables. Tres fueron los cargos contra Sócrates. El primero, corromper a la juventud, haciéndoles contestario, críticos e inconformes.
El segundo cargo, la “verdad”, gran parte de su defensa en el juicio es que le castigan por decirla; porque al denunciar a los corruptos y a los líderes, a los que se burlan de la democracia y la justicia, estos le condenan como forma de odio y represalia. Otro cargo en el juicio fue, no creer en los dioses de la ciudad, no respetar la religión oficial. Se le condenó a la muerte en una asamblea de 556 jueces con una votación de 281 votos contra 275, siendo a juicio de muchos historiadores la primera víctima de la democracia.
Si los de hoy, los que se hacen llamar líderes y participan de algo que hacen llamar democracia, sucumbiendo a la velocidad de un rayo ante los principios éticos de moralidad y decencia simple; enarbolaran, al ateniense, quién ante un juicio a muerte sentenció: “porque quiero más morir después de haberme defendido que vivir por haberme arrastrado ante vosotros”.
Sócrates rechazó el modelo individualista de democracia en la que cada quien pelea por su interés y beneficio personal y, nadie lo hace en favor del interés común o el bien de todos.
Quedando esto de forma muy precisa, que defendía la democracia justa y honesta, al aceptar la condenada y elegir la cicuta como medio para su ejecución, argumentando: “En absoluto. Supondría que las leyes no sirven para nada’’. Decía: ‘‘Si yo llevo años luchando, acusando a todos esos miembros de las altas esferas que se saltan las leyes, yo no puedo ahora desobedecer las que me han condenado a muerte”, fin de la cita. Esas son las reglas igual para todos en la concepción socrática.
Hoy asistimos al compromiso tan imperativo como sagrado, la manifestación de la voluntad popular y el desafío de cimentar la democracia en terreno firme: con más de 4 mil candidatos, Sin ley de partidos y electoral apropiada, SIN PARTIDOS, sin Procurador Electoral Independiente, sin JUNTA CENTRAL ELECTORAL transparente. Pero, SÍ, con un PUEBLO BUENO, NOBLE. Este domingo 16 de febrero VOTA EN PAZ POR TI Y POR TODOS.
Quiero concluir estas reflexiones con lo que diría Sócrates de la corrupción y la degradación moral de la sociedad griega que le tocó vivir y que no tiene nada que envidiar a la forjada por el danilismo a fuerza de dinero y mentiras, cito: “No me canso de deciros que la virtud no viene de las riquezas, sino, por el contrario, que las riquezas vienen de la virtud, y que es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares.”
• Autor Filósofo Constitucionalista, Profesor Titular UASD
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