Dr. Octavio Féliz Vidal
¡¡Ten cuidado con tener un hijo especial!! Fueron las palabras de una de mis maestras de Terapia Familiar al revisar una tarea escrita donde tenía que hablar acerca de mi familia de origen y la nuclear. Tenía que describir pautas con cada uno de mis hijos.
Esas palabras calaron hondo en mi entrenamiento y comencé a trabajarne para no tener hijos especiales. Hay una predilección, a veces insconciente y otras veces consciente, hacia un hijo o hija.
Elegimos al primer hijo o hija porque es el mayor, podemos elegir al que se enferma más, el que presentó más problemas en el embarazo, a la más cariñosa; o como Jacob al primer hijo de la Raquel que amaba.
Al elegir a José hubo rivalidad y celos en los diez hijos de Lea. Decidieron matarlo, luego lo vendieron como esclavo. Todo porque se notaba mucho que era especial para su padre, aunque probablemente Jacob creía que amaba igual a sus doce hijos, pero sus acciones decían otra cosa.
Cuando exploro las alianzas de los padres casi todos contestan lo mismo. Los amo a todos igual. Cuando preguntamos al otro progenitor y a los hijos ellos perciben alguna predilección, y esa percepción es la realidad para ellos.
El punto de interés es que descuidamos a esos hijos que no son los especiales, descuidamos los afectos y podemos brindarles a esos especiales más oportunidades.
Cuando nos hacemos un análisis crítico podemos empezar a cambiar y poner más atención a los otros hijos. Darles afectos personalizados, dedicarle tiempo y tratar de persona a persona a cada uno. La Terapia Familiar es necesaria para cambiar las alianzas.
Podemos hacer que cada uno se sienta especial. Mi esposa me contó una anécdota de una madre que tenía a tres hijos y a cada uno le dijo un secreto. Prométeme que mientras yo viva nunca lo dirás a tus hermanos. Tú eres mi hijo preferido y así lo hizo con los tres.
Al morir ella los hermanos reunidos, contando historias de su dulce y cariñosa madre, descubrieron que los tres crecieron creyendo que eran los preferidos de mamá.
Debemos cuidar no tener predilección por un hijo o hija. Así evitamos y disminuimos la rivalidad entre hermanos y logramos tener hijos que crezcan con una fuerte autoestima y seguros del amor de sus padres.
Autor: Médico terapeuta familiar y profesor UASD Recinto Barahona
Para consulta: 809 862 4882