Miguel Vólquez
República Dominicana al parecer «no juega» y envía una señal clara: si en 48 horas Haití no detiene los trabajos para el desvío de las aguas del río Masacre, se producirá el cierre total de frontera terrestre, marítima y aérea.
En este municipio Jimaní, común cabecera de la provincia Independencia, el punto de la frontera más próximo que conecta con Puerto Príncipe, la capital haitiana, hay un inusual movimiento de soldados, agentes de policía y nacionales del vecino país que son repatriados a su territorio por las autoridades dominicanas.
Las autoridades desarrollan en este lado de la frontera un inusual movimiento de tropas militares y policiales, así como de agentes de la Dirección General de Migración.
El panorama que se vive en la zona conocida como “Mal Paso”, es un amplio operativo que desplegó aquí, la Dirección General de Migración, que se hace acompañar por miembros del Ejército, así como del Cesfront.
Las autoridades devuelven al vecino país a sus nacionales detenidos en diversos puntos del territorio nacional por residir en condición migratoria irregular: adultos, adultos mayores, niños, niñas, jóvenes, adolescentes, mujeres, muchas de ellas embarazadas.
Sin embargo, la puerta fronteriza del lado dominicano en Jimaní se encuentra abierta, pero celosamente custodiada por efectivos militares, los cuales portan armas de alto calibre que da a entender que entre los dos países vecinos hay o se preparan para la guerra.
Además, militares destacados en esta zona fronteriza, muy próxima a la capital de Haití, están siendo reforzados con más efectivos militares, ya que se observa que llega una gran cantidad de soldados a reforzar esta jurisdicción que comparte República Dominicana con el vecino país.
Además, según informes los operativos que se llevan a cabo en esta zona de la frontera son permanentes y la provincia se siente muy preocupada, así como atemorizada, por una gran presencia haitiana en esta localidad.