Durante décadas pobladores de una de las zonas más pobres y olvidas de República Dominicana aguardan por cambiar sus vidas de miseria por una de esperanza. Cifran sus sueños y asus nhelos en un proyecto que resulta un objetivo fundamental para conseguirlo: la presa de Monte Grande.
Si cualquier administración de gobierno quiere “casarse con la gloria” con sus pobladores y conseguir el favor de quienes están hábiles para votar, ahora en tiempos de elecciones, debe comprometerse en concretizar ese sueño de décadas que impactará positivamente en sus vidas.
Irresponsabilidad y falta de voluntad política inciden para que el Suroeste a poco más de cinco décadas que exige se construya la obra y a 15 de iniciar los trabajos, no concluyan, pero la Región Enriquillo, lejos de «colgar los guantes», continúa firme a la espera de una solución definitiva.
Anteriores gobiernos, no pudieron completar los trabajos del “metro del Suroeste” y entregarlo a sus dueños, mientras la actual administración parece que terminará el período y tampoco conseguirá cumplir la “palabra empeñada” del presidente de la República.
En dos momentos Abinader, dijo que concluirían los trabajos e inauguraría el Proyecto Múltiple Presa de Monte Grande: en 2022, casi unos días después de instalarse como nuevo inquilino del Palacio Nacional.
Posteriormente, en febrero de este año, el presidente volvió a Monte Grande, a entregar 390 casas del centro poblado a familias desalojadas del área de la presa y volvió a anunciar lo que la región quiere oír, pero sin mentiras: que inauguría el “metro del Suroeste” ahora en julio, pero el metro no es una parte, sino un todo, para poder echar a andar la locomotora del desarrollo de esta región, pero nuevamente el presidente deja a esta demarcación como “perico en la estaca”.