A poco días para entrar en el primer semestre del presente año 2025, decenas de mujeres han perdido la vida a manos de sus pareja o ex parejas, según estadísticas sobre el comportamiento de la violencia machista en la República Dominicana.
Según Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) y de la Policía Nacional, de enero a mayo de este año, se han registrado 28 feminicidios en el país, superando los 22 ocurridos en el mismo período en 2024, de los cuales, al menos 5 lo presenciaron hijos e hijas, en tanto que el número de huérfanos supera los 20.
En el mes de marzo, específicamente el día 17, en La Vega, una niña de dos años observó como su padre, Wilson Lantigua, asesinó a su madre, Mayelisa Castillo, de 20, una situación que lleva en silencio la niña y que roba parte de su inocencia.
Ese mismo mes, el día 18, 2 niñas de 4 y 5 años, respectivamente, también pudieron ver como su padre, el teniente Juan Luis Adames, asesinaba a su madre, Meylin Ariany Marte Rodríguez, de 26, luego arrebató la vida a su abuela, Marisela Rodríguez Marte, cuando intentó intervenir. Las propias niñas fueron quienes solicitaron ayuda, en un acto desesperado de horror y en un intento por salvar la vida de su madre.
El 1 de enero, tres niños y la madre de Rosa María Roanes Polanco vieron a Luis Alberto Almonte Serrano quitarle la vida a golpes y luego suicidarse en su hogar en Guarícanos. Los pequeños estaban presentes cuando el horror se desató en su casa.
El 23 de mayo, en el sector Los Guandules, un niño fue testigo del asesinato de su madre, Rosa Delia Ruiz Báez, de 38 años. El feminicida, Ventura Rosario, la atacó delante del niño, marcando su memoria con un trauma que difícilmente borrará.
El 21 de mayo, un niño de 8 años presenció cómo Juan Arturo Santiago asesinaba a su pareja, Ángela Reynoso, de 69 años, en Santo Domingo. El menor quedó paralizado ante la escena. Su relato fue clave para reconstruir los hechos.
Futuro incierto
Los feminicidios dejan una estela de dolor, pero el impacto en los niños que lo presencian es devastador. Quedan atrapados en un mundo de silencio, miedo y confusión. María Esther Moya, asesinada el 27 de marzo en Navarrete, dejó tres niños huérfanos. Brandi Yuleisy Rodríguez Clase, muerta a tiros el 30 de marzo, dejó dos. Y Wendy Josefina Peña Bonilla, madre de siete, fue apuñalada por su pareja en Moca el 5 de abril.
Traumas
La psicóloga clínica Esther Lugo, con una década trabajando en la Unidad de Atención Integral a la Violencia de Género, asegura que la mayoría de los niños que han perdido a sus madres en estos hechos cargan culpas, traumas y, muchas veces, el miedo de repetir patrones.
“Los pensamientos hacen que crean que están solos, pero no lo están”, insiste Lugo, quien, también, recalca la necesidad de abordar estos casos desde la educación emocional, tanto en mujeres víctimas como en hombres agresores.
Niños sin madre, sin consuelo
Algunas historias estremecen más por la brutalidad del acto. En San Francisco de Macorís, el 19 de marzo, Elizabeth Camarena, de 4 años, fue asesinada por su propio padre, Eddy de Jesús Camarena, quien también mató a su madre, Milagros Altagracia Jiménez, y dejó heridas a su otra hija y esposa.
Un país que falla a sus niños
República Dominicana ha fracasado en garantizar el derecho a crecer sin violencia. El informe “Avances y Desafíos de República Dominicana en la Implementación de la Plataforma de Acción de Beijing”, del CEG-INTEC, señala que la violencia de género, junto con la pobreza, la exclusión y la desigualdad, siguen siendo barreras estructurales.
A pesar de contar con el Ministerio de la Mujer y una legislación que castiga la violencia, la respuesta tardía y débil frente a las realidades de miles de mujeres y sus hijos.