Estados Unidos conmemora el décimo aniversario de la muerte del adolescente afrodescendiente Michael Brown a manos de la Policía, con cientos de activistas saliendo a las calles.
El asesinato provocó disturbios en la localidad de Ferguson (Misuri) y generó protestas en todo el país. La familia del joven sigue pidiendo justicia, mientras los intentos para terminar con los asesinatos policiales de personas no blancas no avanzan.
El joven afroamericano de 18 años murió a causa del impacto de seis balas disparadas por el agente Darren Wilson, de raza blanca, el 9 de agosto de 2014. Su muerte desató una ola de protestas en todo el país. Pronto Ferguson se convirtió en el epicentro de un movimiento que denunciaba el racismo sistémico y la brutalidad policial, especialmente contra los jóvenes afroamericanos.
“La mayoría de la gente marchaba durante Ferguson, me acuerdo muy bien, coreaban cánticos de unificación, de liberación negra. Recuerdo muy bien que eso fue lo que trajo a la nación una visibilidad de cómo los jóvenes negros afrodescendientes […] todavía sufren mucho la mano de la policía” expresó el director ejecutivo del Foro Afrolatino, Guesnerth Josue Perea.
Injusticia
Las manifestaciones se tornaron cada vez más violentas y los disturbios se multiplicaron, convirtiendo aquellas semanas en un periodo de alta tensión en EE.UU. También muchos se indignaron ante el veredicto que un Gran Jurado dictaminó en noviembre de 2014. Wilson no fue imputado por asesinar al joven, lo que de nuevo provocó una ola de violentas protestas.
La familia de Michael quedó devastada por la decisión judicial. «Nos merecemos el mismo respeto y no lo están teniendo. Lo único que queríamos era igualdad por lo que le pasó a nuestro hijo. Creo que es muy injusto y nunca imaginé que las cosas podrían darse así, pero así pasó. El sistema te puede decepcionar mucho», aseveró la madre de Michael, Lesley McSpadden. Su padre, Michael Brown, señaló que para él «cada año es difícil».