Ramón Núñez Hernández
Julio César Marmolejos, el negro lindo, Santo Domingo, D. N. Es docente por más de 20 años en la Escuela de Química por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Un voraz lector, amante de la historia, de la literatura, del folclor y un profundo defensor de la fauna y la flora, es decir, de la madre naturaleza.
Villa Juana en mis recuerdos es la primera producción escritural que presenta al público, y es vista, como una forma de hacer pininos en el universo de las letras.
La obra está estructurada por el mismo autor, con la corrección, cuidado de edición e impresión a cargo de «Tiempo de nosotros editores», impreso en Soto Castillo S. A. La diagramación y el diseño de la portada es de: Harold Frías Maggiolo, y consta de una tirada de 500 ejemplares, en Santo Domingo, D.N., en fecha julio 2023.
El color de la portada es azul cielo, y contiene una fotografía de una casa vieja, con techo y cobija de cinc pintado, color ladrillo, muy deteriorado, el techo es de madera con pintura azul y rojo, con seis puertas en el frente que abren en dos alas.
Detrás hay un edificio alto, muy deteriorado y un árbol de ramas copiosas, más dos postes del tendido eléctrico y una pequeña mata de flores. La vivienda es un referente de la arquitectura común de la época.
Contiene, además, una página para dedicatoria a sus seres queridos, como son sus padres, las tías y tíos, sus hijos, su media naranja y otros parientes cercanos, más otra página de agradecimientos a compañeros, amigos y familiares, y en especial al amigo, compañero y profesor Luesmil Castor Paniagua, a quien él llama su inspirador.
También contiene una página de reflexión escrita por Robert Louis Stevenson, con solo tres líneas y media, hablando sobre la importancia y valor de un libro en forma general; un prólogo a cargo del periodista Rafael Peralta Romero, cuyo título reza así: “Marmolejos, voz y memoria de Villa Juana”, páginas 19-21, expresándose con estas palabras: “Julio César Marmolejos reivindica su porción de ciudad, que no es otra que Villa Juana, a la cual parece decirle: “Estoy aquí para justificarte”. Esta pintoresca barriada está enmarcada entre las calles San Martín (sur) y Pedro Livio Cedeño (norte), Samaná (este) y Máximo Gómez (oeste).
“Este sector de la capital que lleva por nombre Villa Juana, se formó allá por los años 1930 del siglo pasado, luego del paso del ciclón San Zenón, que azotó la ciudad de Santo Domingo con los pobladores de los barrios San Carlos, Villa Francisca, Villa Duarte”.
“Al principio se llamó barrio “La Arra” o “La Sarra”; este nombre viene de un inglés “cocolo” cuya mujer se llamaba Sarah, pero el señor no podía decir claramente el nombre de Sarah y la llamaba “Arra”. Todavía hay un colegio de niños que lleva ese nombre”. Más las páginas de presentación con palabras del autor (pág. 23-25).
Luego en la parte interna de la solapa, hay una pequeña foto del autor, acompañada de una brevísima semblanza y un pequeño fragmento de las palabras de presentación del mismo autor.
El índice abarca tres páginas y contiene 61 títulos con relatos breves, todos cargados de jocosidades, humorismo de contenidos folclóricos y populares, dignos de una lectura amena, viva, que las nuevas generaciones deben conocer y disfrutar con deleite, distribuidos en 156 páginas.
En la página 25, al final de las palabras de presentación del escritor, transcribo dos párrafos muy interesantes, que nos presenta el sector en su origen y lo que sigue siendo en la actualidad. Veamos:
“… en la época que estamos narrando, surgen como verdolaga bares y “cabareces”, y “los cafeces”; fábricas e industrias y pequeños talleres, por lo que se convirtió en el lugar más idóneo para llenarse de lupanares, bares, cantinas, en los que pululan los “cueros”, prostitutas y “chulos”, proxenetas y “maipiolas”; atraídos por la dinámica económica de la zona de Villa Juana.
Dicen que los artistas que venían a la “Semana Aniversaria”, celebrada en la radio televisora “La Voz Dominicana”, propiedad de Petán Trujillo, hermano del presidente, trajeron consigo movimientos e inquietudes culturales y luego se dirigían a aquellos específicos lugares, en los que eran famosos “El Yumuri”, “El Carioca”, “Herminia”, “El Adolescente”, “El Gato Negro” y otros, como “Cambumbo”, sitios de bebentinas identificados con exóticos y atractivos nombres: Y allí amanecían, entre prostitutas, música y alcohol; tal vez por eso se incrementó en esos bares la época de oro de la música caribeña.
Con el transcurrir del tiempo aquellos “Centros de Diversiones” fueron desapareciendo y surgieron talleres de ebanisterías y carpinterías, mecánicas y otros que todavía perduran.
El barrio de Villa Juan constaba con la mayor escuela pública de la época, la Escuela República Dominicana, creada por orden personal del tirano Rafael Léonidas Trujillo Molina, la cual tenía gimnasio, piscina, salón de reuniones, comedor, y en cada aula un cuadro del pintor español don José Vela Zanetti, así como un gran piano en salón de acto”.
En toda la escritura se destaca la temática costumbrista, el convivir de su gente, con una amplia visión de la realidad social e histórica. Marmolejos con esta obra anedóctica, Villa Juana en mis recuerdos, demostró profesar un profundísimo y bien sentido amor y apego incuestionable por su terruño, su patria chiquita, siempre situado en un decir ameno, procurando entrar en todos momentos con lo popular y con lo cotidiano sin desprenderse de la realidad local.
Cuenta historias, anécdotas, crónicas y vivencias, cosas de muchachos sin oficios y familias sacudidas por la pobreza, desde la participación de un narrador-testigo y omnisciente donde él y un grupito de jovenzuelos, además de sus parientes, son el centro de atención, sin ningún interés en hacer literatura de ficción, solo dejar un mensaje.
Muestra de ello es su estilo y su discurso emotivo, que entretiene y quiere enseñar a las nuevas generaciones, como buscando que el lector lo disfrute y deguste tal como ocurrieron.
De ahí es que en cada descripción presentada haya detalles precisos, directos, igualmente que los diálogos, muy propios de la gente corriente de nuestra sociedad, aunque expresados en contextos vivenciales.
Él mantuvo en la memoria y recogió esas narraciones con el objetivo o propósito de que el lector y el mundo Villajuanero y, por qué no del país, conozca su origen, sus tradiciones, cuando y como nació, exponiendo como se forma y surge ese populoso sector, como pensaban sus gentes, la orientación y orden de sus calles, como el dictador Trujillo ordenó la orientación y la rotulación de las calles.
Nos explica cómo vivían sus parroquianos, los muchachos, mostrándonos y diciendo con palabras sencillas, que a pesar del tiempo y los años continúa siendo igual, un barrio con un futuro incierto, un punto olvidado de los gobiernos de turnos y las autoridades que, aunque está ubicado en el mismo corazón de la ciudad capital, ha evolucionado progresivamente muy poco.
La recopilación de estos 61 relatos breves, escritos sin ningún interés estilístico y editados en un solo volumen, como libro testimonial, es un aporte significativo y de suma importancia para el pueblo dominicano, porque si observamos el escenario de referencia, o sea, el espacio geográfico y temática, todos quedan enfocados desde un realismo natural.
Julio César Marmolejos, con su sobrenombre de el Negro Lindo que le puso doña Aurora (pág. 27-28), en cada discurso escrito supo presentar sus propias experiencias con palabras claras, precisas, detalladas, donde brilla con toda riqueza el nivel de lengua coloquial, contándonos acontecimientos y sucesos de los cuales él mismo ha sido actor, agregando además, un sinnúmero de personas de diversas clases sociales y edades, que convivieron y desfilaron en ese entorno geográfico, ubicado en el mismo centro de la ciudad, llamado Villa Juana.
El autor, se apoya en el recurso narrativo de la anécdota, y es como dice Peralta Romero en el prólogo. “La anécdota es una fuente de conocimientos parcialmente valorada. Se trata de un relato breve basado en un suceso extraordinario, curioso o divertido.
Inicialmente circula en forma oral, pero a partir de su contenido y de la persona involucrada en el hecho que la origina, la anécdota llega a constituirse en material para libro, para lo cual es indispensable la aparición de un autor provisto de aguda visión de la realidad social y a la vez, dotado de entendimiento para emprender un trabajo que implica sentido sociológico, histórico y literario.”
En fin, citamos algunos títulos con un brevísimo retoque temáticos de los que nos adornan la obra, como son: el de su adorada madre doña Carmen Marmolejos, la modista cuellera de la “Textil Los Minas”, o sea, que era especialista en pegar cuello (pág. 29-30); Botellita, el policía que hacía servicio por el barrio en una bicicleta (pág. 121-122); el penoso caso de la navidad frustrada por culpa del hermano mayor al explotársele el paquete de cohete chino entre la camisa y la espalda (pág. 31-32); el carnicero que vende pollo gringo, y al llevarlo a pesar, introduce una bola de plomo (pág. 51); el asesinato de los estudiantes el 9 de febrero, con 9 muertos y 42 heridos (pág. 76-77); el general Trujillo condenado por violación en el Seibo, y luego presidente, quien pide a través de un papelito a un compadre 10 pesos para trasladarse al nuevo puesto de trabajo, con la firma de Chapita.
Con los años el compadre va a saludar y a felicitarlo, diciendo que quería saludar a Chapita, lo que lo costó la vida (págs. 99-101); invasores gringos de 1965 y los invadidos compartiendo una pelea amistosa de boxeo (págs. 61-64); la anécdota del general Trujillo sobre su descarga ofensiva contra Pupo Román porque encontró una llave goteando y un mes después permanecía dañada en la base aérea de San Isidro (Págs. 99-101).
En Julio César Marmolejos, enfocar la realidad y describir sucesos tal como acontecieron y como si estuviera impartiendo docencia en las aulas de clase universitaria, es su mérito. Recomiendo leerlo, porque en esta obra hay muchas vivencias personales y también colectivas, pero uno de los personajes centrales es el barrio es Villa Juana como espacio geográfico, junto a su gente. Recuerda que no son crónicas ficticias, sino sucesos cargados de verosimilitud. Espero que lo disfruten y si quieren conocer y saber muchas más anécdotas, compra el libro.
Marmolejos, Julio César, Villa Juana en mis recuerdos, editora “Tiempo de Nosotros Editores”, santo Domingo, DN., 2013.