Oscar López Reyes
El profesor Juan Bosch, fecundo cuentista/novelista y pundonoroso hasta los tuétanos, cuando en dos libros describió las fechorías de los filibusteros o piratas del siglo XVII, y el crecido capital usurpado y acaparador de Rafael L. Trujillo, no pensó, ni por asomo, que “discípulos” suyos en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) cargarían del erario, como los guerreros cruzados de la Edad Media, con un botín de miles de millones de “hojuelas” del metal más precioso.
Los inmensos expedientes judiciales, en ninguno de los cuales figura -irónicamente- el clásico y astuto jefe operativo de ese partido -Danilo Medina (ejemplificador del lobo), el más escaso de los improvisados potentados de su señorío gubernamental, cuestión pertinente para escribir una espaciosa novela que puede llevar por epígrafe “El Rey pobre y los cortesanos ricos”.
En las insólitas rapiñas que han conmovido la conciencia del más indolente de los ciudadanos se estampan decenas de evidencias de facturas punitivas, pero hasta ahora no está incurso el ex presidente Medina, quien rememora un tesoro de la remota cultura de la nación más poblada del universal, el libro “Fábulas antiguas de China”, que compila 121 textos notables de los siglos III y IV antes de nuestra Era y los siglos XVI y XVII. Inserta una del pensador político Lie Zi, titulada “El hombre que no vio a nadie”.
La fábula parlotea así: “Había una vez un hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló. El oficial que lo aprehendió le preguntó: – ¿Por qué robó el oro en presencia de tanta gente? -Cuando tomé el oro -contestó-, no vi a nadie. No vi más que el oro” (1). Esta leyenda de la primera dinastía imperial explaya como moraleja la codicia obsesiva y enajenante.
Implacable contra las pelusas y venalidades del dolo, Bosch tampoco imaginó los hurtos que escandalizarían cuatro décadas después, en el minuto en que proclamó, en 1982, que «Los dominicanos saben muy bien que si tomamos el poder no habrá un peledeísta que se haga rico con los fondos públicos; no habrá un peledeísta que abuse de su autoridad en perjuicio de un dominicano; no habrá un peledeísta que le oculte al país un hecho incorrecto o sucio o inmoral».
En lugar de atender este mensaje moralista, peledeistas de la cúpula mal interpretaron los planteamientos de Bosch, aprendidos en los círculos de estudios y en el periódico partidario Vanguardia del Pueblo, sobre la debilidad añeja de la burguesía y, en ese puntero, se propusieron “fortalecerla” e incorporarse a ella, acudiendo a perniciosas “operaciones estructuradas”.
Cuantificar con exactitud los emolumentos pillados, arriesga más que nadar en hielo, por las declaraciones juradas falsificadas, los escondites en caletas y el testaferrato o prestanombres. Como piezas de ajedrez, los autores de ilícitos de cuello blanco se cubren con capas oscuras para ocultarse en túneles subterráneos; son simpáticos y maníacos, hipócritas y audaces; desprecian las leyes y las normas de convivencias, pregonan seriedad y contratan a abogados especializados en encubrir pruebas para salvar responsabilidades penitenciarias y capturar impunidades.
Como sería prolijo e impreciso mentar a los peledeistas que han amasado riquezas en un santiamén -algunos estarían libres de pecados- durante 20 años, otros de los 45 miembros del privilegiado comité político del PLD destapan un caudal financiero de decenas de miles de millones de pesos, y para verificarlo basta comparar sus declaraciones patrimoniales. Sujetos activos que antes de 1996 no tenían ni con qué limpiarse los bigotes, en el 2020 consignaron como propias partidas individuales de 700 millones, 600 millones, 500 millones, etc.
Complementariamente, familiares y altos oficiales de confianza de Danilo Medina han sido acusados por el Ministerio Público de sustraer más de 100 mil millones de pesos. Algunos de ellos -típicamente sociopatas y cleptómanos-, están encarcelados, conjugando el verbo despojar en pretérito imperfecto.
Esas cantidades son superiores -guardando la distancia del dólar a la par en 1961 y ahora a más de un 50%- a la de Trujillo, cuyo dineral ascendió -según Bosch (2)-, a más de 150 millones de pesos y 150 millones de dólares. Distribuidos en fincas/haciendas, industrias, bonos, cédulas hipotecarias, depósitos de ahorros y pólizas de seguro, loncha que coincide con la cofradía de la actualidad referida, porque parte de estos valores fueron puestos a nombre de María Martínez de Trujillo y los hijos del autócrata Ramfis, Radhamés y Angelita Trujillo.
Para Bosch, la “corrupción es una conducta podrida y dañina como un veneno”, “…que se ha metido en las venas del país y está envenenándolo de tal manera que va a acabar pudriéndolo todo”. Y la dividió en “corrupción económica, puesto que se dispone de manera ilegal de dineros que son propiedad del pueblo, y la corrupción política, puesto que se usa dinero del pueblo para hacerle propaganda política…” (3).
Con tantas menciones y autorizaciones documentales, especialmente en los legajos Antipulpo y Medusa, se creía que a estas alturas Danilo Medina iba a estar sub júdice o bajo juicio, por lo menos como coautor de delitos graves contra la sociedad.
Este coach político, que ha tenido un olfato más agudo que el invertebrado y microscópico Oso de agua, y más sagacidad que el lobo, ha enredado a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (Pepca), que orbita con ambivalencia para cazarlo penalmente. Por esa vacilación, la paloma comienza a tirarle a la escopeta, y no nos extrañemos que pronto se la luzca simbolizando a la santidad.
Sería imperdonable, porque mataría muchas esperanzas, que la Pepca no incriminara a Medina, y sospechamos que no ha querido o que el ex jefe de Estado ha sabido escabullirse mañosamente en las hojarascas.
Si hurga con más hondura, encuentra. ¿Qué no ha localizado pruebas sobre operaciones de narcotráfico? ¿tampoco en torno a lavado de activos, malversaciones, negocios turbios y violación de protocolo sobre erogaciones de fondos, tal cual el simple papelito de la cárcel Las parras? ¿no supervisaba ni sabía lo más mínimo, como “El hombre que no vio a nadie”?
El enjuiciamiento a Medina puede marcar un precedente, que corneta como una advertencia a funcionarios actuales y a los que aspiran a dirigir las cosas públicas. Rompería el criterio predominante de que los ex presidentes son Dioses del Olímpo (intocables), no importa que cometan los más descarnados desafueros. Asimismo, ayudaría a recuperar la confianza perdida y a rendir honor a la diosa griega Themis (justitia o lustitia igual para todos), representada por una balanza, una espada y una venda en los ojos.
Citas bibliográficas:
1.- “Fábulas antiguas de China”, de Lie Zi, Tonos, revista electrónica de estudios filológicos, número del 10 de noviembre de 2002, wwwtonosdigital.com
2.- Bosch, Juan, “La fortuna de Trujillo”, Editora El Estudiante, Santo Domingo, Rep. Dom., 1992, págs. 25, 33 y 61.
3.- Bosch, Juan, “De la concordia a la corrupción”, Ediciones Vanguardia, Impresora Arte y Cine, Santo Domingo, República Dominicana, 1976, págs. 33 y 43.
* Autor: periodista-mercadólogo, escritor, artículista, expresidente CDP