Tres presidentes y varias gestiones no han sido suficientes para que el Estado dominicano cumpla su responsabilidad con la vida y la esperanza de miles de personas que habitan en la zona Suroeste del país, región históricamente olvida por las distintas administraciones gubernamentales.
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Monte Grande es la esperanza de los que habitamos en las provincias que conforman la Región Enriquillo, no solo por los impactos económicos, sociales y ambientales que constituye, sino que viene a proteger vidas y propiedades cada temporada ciclónica, sobre todo, en la cuenca baja del río Yaque del Sur.
La irresponsabilidad política de las distintas administraciones de gobierno, no ha permitido que este proyecto, que cambiará los rostros de miseria, concluyan los trabajos para que de una vez y por todas se ponga en operación la presa de Monte Grande.
Se cumplirá una década desde que aquella tarde un final de julio ardiente, a ritmo de merengues y mucha fanfarria, el entonces presidente de la República, Leonel Fernández, diera el primer picazo prometiéndole a los Suroestanos que no se detendría hasta tanto concluyan los trabajos.
Igual compromiso asumió el expresidente Danilo Medina, así como el actual mandatario Luis Abinader, pero seguimos esperando sin desmayar ni vacilar.
Nuevamente el proyecto está paralizado, ya que la empresa Andrade y Gutiérrez no tiene dinero para el pago a subcontratistas ni a los trabajadores, además, de un conflicto social con la comunidad que es responsabilidad del Indrhi.
De una cosa estamos más que seguros los que vivimos en Barahona, Pedernales, Bahoruco e Independencia es que “no nos dejarán como dice el refrán “como perico en la estaca”.