Dr. Octavio Féliz Vidal
Cuando trabajo con una familia que está llena de dolor, observo que en ocasiones se aferran a esa infelicidad. No la quieren dejar ir. Se abrazan al dolor y cada miembro hace su aporte para que el dolor, la descalificación, y la lejanía emocional crezcan: en un medio de cultivo enriquecido con la hostilidad, el rencor, la revancha y la minusvalía.
Varios autores clásicos de Terapia Familiar crearon técnicas novedosas basados en estas familias que se resisten a los cambios. Quieren llevar el infierno familiar a la terapia. El interés es acusarse entre ellos y no hay mucha disposición a cambiar.
Esos son los casos difíciles. La mayoría de las familias van con actitud de cambio y empiezan a experimentar mejoría al cambiar las reglas del sistema y a comprometerse con las soluciones pagando el sacrificio del cambio.
Los que se aferran al no cambio, están atrapados en la homeostasis del sistema. Esa tendencia natural de los sistemas a que las cosas sigan igual. Existen técnicas para este tipo de casos, pero requieren paciencia, creatividad terapéutica y ver cada caso como muy particular.
Las familias integran pautas o secuencias de conductas que se activan automáticamente. Las familias disfuncionales tiene una comunicación inadecuada. No es directa. Reina el sarcasmo y la ironía. Crecen con verdor las descalificaciones.
Se hieren y se magullan los sentimientos. En estas familias pueden haber problemas en la jerarquía, y los límites y reglas no están bien definidos. Puede haber problemas en la intimidad y la relación con los hijos es caótica. Los padres confunden sus roles en lo parental y en lo conyugal.
La Terapia Familiar ayuda a romper ciclos de dolor y de abuso. Mejora la comunicación para que sea más respetuosa y lleva conciencia hacia la necesidad de que todos deben cambiar, para lograr la felicidad familiar.
*Autor es médico terapeuta familiar y profesor de la UASD