Juan Tomás Olivero Figuereo
“Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces” (Mateo 7:15-DHH).
¿Quién le prestó la ropa al policía para que se vistiera de cura y matara al joven? ¿Cómo la consiguió el oficial para hacerse pasar como cura? ¿qué cura, sacristán, diácono o católico devoto la facilitó?
Los obispos Víctor Masalles y Castro Marte, igual que un grupo de sacerdotes encabezados por Rogelio Cruz y Nino Ramos, entre otros, han condenado indignados el crimen atroz, abominable y profanador de los ornamentos clericales utilizados para funciones religiosas de vida y amor. Y no, para el crimen encubierto en una farsa y apariencia sacerdotal, cometido el viernes pasado, por el oficial Santo Lora Báez; que mató a José Antonio Reyes Ulloa (El Gordo), joven estudiante de medicina en Cotuí; quien pidió, la víctima, al falso cura que le rezara el Salmo 91, en cambio, le dio un tiro en la cabeza.
De todo es muy bien sabido, que el acceso a los ornamentos de los sacerdotes y diáconos es restringido al cura mismo y a los que ayudan en la liturgia: ya sea en la sacristía, en la residencia o en la casa cural. ¿Investigará la Iglesia este hecho que daña sensiblemente la estima y la confianza en sus sacerdotes?
Todos condenamos al oficial que vestido de cura cometió el crimen y no es para menos; pero, nos olvidamos de quién y cómo llegaron esos ornamentos sagrados a manos del oficial de policía criminal: Alba, estola y cíngulo correctamente ceñidos. Tanto unos como otros (policía y ¿…?) son responsables de un crimen abominable y de una profanación inaudita que lastima y hiere la condición humana-cristiana.
El oficial de policía que asesinó este ser humano, como el que facilitó los ornamentos clericales para tales fines, son igual de responsables y merecen la misma pena. Lo de la policía mete miedo, porque se han constituido en un cuerpo peligroso fuera de control al que tendrá que poner atención y dar una respuesta el nuevo gobierno; respuesta en favor de un real respeto a la vida humana.
Ni en los momentos más oscuro de la sociedad dominicana han ocurrido hechos tan infames y cometidos con tanta vileza, como, este, del que fue víctima José Antonio Reyes Ulloa; violatorios al derecho sagrado a la Vida.
Esto lo expreso con dolor por mi condición de cristiano católico y exseminarista de los Padres Paúles(vicentinos).
Filósofo Jurista Constitucionalista, Profesor Titular UASD
Jt_olivero@hotmail.com, @salomon_55