Comenzamos hoy la segunda fase de la desescalada en República Dominicana. Las autoridades, como en otros países, tratan que las sociedades globales vuelvan a la normalidad, pero no debemos bajar la guardia.
Entramos a la segunda con una cifra de 515 fallecidos y 17,752 contagiados, 70 defunciones ocurrieron en el lapso de la primera fase de la activación económica y la movilidad social, unido a la preocupación de la Organización Panamericana de la Salud.
La OPS teme que países de América latina levanten las restricciones, sobre todo, ante los efectos letales del virus sobre naciones de nuestro continente.
Visto desde esa perspectiva nos indica que lo que se abre es un corredor humanitario por donde los ciudadanos podemos transitar libre de ser atacados por el enemigo, pero debemos tener el cuidado necesario porque pudiésemos resultar “heridos”.
Aún con la reintegración debemos seguir limitados con las actividades sociales y el contacto físico porque el enemigo ha sembrado “minas personales” que pudieran acabar con nuestra existencia.
Pues el enemigo de todos sigue ahí, está al asecho, quiere entrar en nuestros cuerpos, provocarnos infecciones con secuelas para nuestra salud, incluida la más dolorosa de todas: “la muerte”.
Aún seguimos sobre un campo minado.