Los obispos católicos de Haití tienen una firme exigencia a los responsables del mayor nivel de violencia: «detener los actos «atroces» en el país caribeño, conflicto social y político agravado tras el asesinato del presidente Juvenel Mois.
“A quienes empuñan las armas y matan, saquean, violan, queman y obligan a la gente a abandonar sus hogares: detengan estos actos atroces», dicen los obispos de la Iglesia Católica de Haití, quienes aseguran que esto no son bueno para el país ni para el pueblo, ni para ustedes mismos que las cometen”.
La Conferencia del Epicompado Haitiano (CEH), que agrupa alos obispos de Haití, en un mensaje con motivo de la Navidad, señala los grupos criminales sólo están limitados por su imaginación en actos de barbarie contra la población, en particular la de Puerto Príncipe y sus alrededores.
Señalan que en la capital, Puerto Príncipe, se multiplican los campos para desplazados internos, en su mayoría mujeres y niños que huyen del terror de las pandillas, aunque la policía -señala- intenta contenerlos, pero no consigue vencer a los matones.
Sobre el Consejo Presidencial y la oficina del Primer Ministro, el clero de Haití, afirman que esto demuestran su «incapacidad para liderar el país» y que parece que ni siquiera tienen el control de su destino.
Es en este contexto que los obispos católicos haitianos lanzan un critica a los grupos criminales, a las autoridades, a la comunidad internacional y a la población.
“A quienes empuñan armas y matan, saquean, violan, queman y obligan a la gente a abandonar sus hogares: detengan estos actos atroces. Estos no son buenos para el país, ni para el pueblo, ni para ustedes que los cometen. A quienes acechan en las sombras y les suministran armas y municiones en secreto: dejen de alimentar esta violencia ciega que ensangrenta cada día nuestra sociedad”, llaman.
llamado
La Iglesia católica llama a las autoridades haitianas a “trabajar en el interés de todos en lugar de servir a los propios intereses y los de sus partidos”.
Llama a controlar aduanas y fronteras, puertos y aeropuertos, privados y públicos, para bloquear el tráfico ilegal de armas y municiones que ingresan al país.
También, los invita a poner fin al problema de la inseguridad buscando medios eficaces para desarmar a estos niños, jóvenes y adultos atrapados en la espiral de violencia. Responder urgentemente a las necesidades de los desplazados. Hacer justicia a las numerosas víctimas. Restaurar el orden y la paz.
A la comunidad internacional
A la comunidad internacional los obispos le recuerdan sus promesas y compromisos para ayudar a Haití a salir de las profundidades de la violencia y el aislamiento en el que se encuentra.
«Haga todo lo posible para impedir que entren armas y municiones ilegales al país. La población abandonada a su suerte debe poder contar con la solidaridad efectiva de otras naciones”, dicen los obispos haitianos.
Llado a la población
“A todos ustedes, hombres y mujeres del país, les decimos: a pesar de esta calamitosa situación, sigan caminando sin desanimarse. Sed todos testigos de la esperanza. Cada haitiano, cada mujer haitiana, cualquiera que sea su condición, tiene un papel que desempeñar en la transformación de nuestro país».
Por tanto, «os instamos a cultivar la paz en vuestras familias y comunidades. Involúcrate en iniciativas de solidaridad, educación y sensibilización por la paz. San Pablo nos dice: “Si un miembro sufre, todos padecen con él” (1 Corintios 12, 26)”, exhorta la CEH en su mensaje con motivo de la Navidad.
Famiias en condición de pobreza extrema
Observan que muchas familias haitianas viven en una situación de extrema pobreza. “A esto se suma una violencia deshumanizante. Muchas personas se encuentran sin hogar y sin esperanza. Las personas mayores se ven abandonadas a su suerte, preocupadas y tristes por su incapacidad para afrontar tal realidad.
Jóvenes, niños y niñas
Afirman que jóvenes, niñas y niños están llenos de preocupaciones sobre su futuro y tentados por el desánimo. Estas situaciones angustiosas son causadas por la violencia, la corrupción, el cinismo y el mal gobierno”, denuncian los líderes religiosos.