Tomás Aquino Méndez
Se me arrugó el alma cuando escuché esa noticia. Se me nubló la vista y me asaltó la duda. Pienso que al presidente Abinader no le llevaron la información correcta sobre la labor de la Fundación Manos Arrugadas. Desde mis Expresiones abogamos porque se ayude a quitar esas arrugas que amenazan esa entidad.
No es justo que a esa Fundación le hayan reducido en 50% los recursos que les proporciona el Estado. Es inaceptable que a esos ancianos, con manos, rostros y corazón arrugados, se les pribe de un centro que los acoge, los protege, los alimenta y les ayuda seguir viendo con optimismo los dias que les faltan por vivir. Si son muchos o pocos, no lo sabemos, solo Dios tiene ese poder. Escuchar a esos envejecientes narrar sus vivencias en esa casa que los acoge y ver las lágrimas correr por los surcos de su rostro envejecido por temor a perder ese refugio, llena de impotencia al más duro de alma.
La Fundación Manos Arrugadas lleva a cabo una loable y dignificante labor. En vez de quitarle 4 millones de los 8 que recibe, se le debe duplicar a 16. No permita, señor presidente, que se interrumpa esa noble entrega, que a favor de cientos de envejecientes realiza Manos Arrugadas.
Recortar los recursos a esa organización es provocar que aumenten las arrugas en los cuerpos de quienes dieron parte de su vida en duras jornadas laborables. Ayude presidente a que esas arrugas, si no pueden ya desaparecer, sea llevadas con dignidad por quienes las portan. Quitemos esa arruga, que amenaza la existencia de Manos Arrugadas.