Tomás Aquino Méndez
Hacer comparaciones con otras naciones no contribuye a resolver lo pasado, aunque pudiese ayudarnos a tomar medidas preventivas para el futuro.
Digo esto porque desde el pasado martes, después del mediodía, se escuchan voces cuestionando la seguridad alrededor de nuestros ministros e instituciones y comparando con lo que sucede en otras naciones. Eso, claro está, no va a devolver la vida del asesinado ministro de Medio Ambiente y Recursos Natrales, Orlando Jorge Mera.
Aunque, claro, podría servirnos para evitar que en el futuro, un funcionario que todos valoramos como decente y respetuoso, se vaya de este mundo tan intempestivamente. Por diversas razones comparar la seguridad que se ofrece a nuestros funcionarios no puede tener como parámetros a otras naciones.
Sí tiene que tomarse en cuenta qué hacen los otros y partiendo de nuestras necesidades tomar las medidas adecuadas. Es que nosotros somos, como dice el popular humorista Felipe Polanco –Boruga- un país muy especial.
Hemos sido testigo de cómo, un funcionario recrimina al responsable de protegerlo, por impedirle a “un compañerito” acercarse a él en actitud agresiva, en la calle o en la oficina.
Más de un ejemplo tenemos de miembros de seguridad de un funcionario que ha sido sustituido, por impedir que “un amigo” de su jefe llegue hasta él en la oficina o en otro lugar. Eso no sucede en otro país. Aquí somos diferentes.
La cercanía, la familiaridad es muy distinta. Unos dicen que somos más humanos, más solidarios, más familiares o más “políticos”. Posiblemente eso puede incidir. Aquí pasan las elecciones hoy y mañana seguimos en política.
Por eso nuestros líderes y funcionarios siempre están abiertos al contacto con las personas. Eso hace más vulnerable su seguridad. El caso de Orlando sacó a la luz el tema, pero la realidad es inocultable.