Oscar López Reyes
Desde la madrugada del 24 de febrero del 2022, los aviones y helicópteros, submarinos, vehículos blindados, drones a ojivas termobáricas y con imágenes infrarrojas, cañones autopropulsados y fusiles automáticos, en una inusitada descarga de artillería pesada (“La reina de la batalla”), ponen a temblar a Europa Oriental con las explosiones y bombardeos en el territorio de Ucrania, donde se libran dos batallas: la violenta que destruye infraestructuras físicas, y la informativa, con novedosos relatos y descripciones.
La incursión armada de tropas de Rusia en Ucrania fue definida por esta superpotencia como una “operación militar especial para la protección de las repúblicas de Donetsk y Lugansk”, a fin de desnazificar a una parte de Ucrania y liberarla del genocidio. En contravía, la Nación receptora de fuerzas extranjeras y sus aliados de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue deslindada como una “invasión militar genocida”. La semántica en el empleo argumentativo justificativo ha estado desplegada como un escudo de combate.
En la cobertura de la guerra, periodistas, fotógrafos, camarógrafos y sus soportes técnicos han tenido que lidiar para romper las trincheras informativas, que los contendientes buscan controlar, porque las conflagraciones se ganan y se pierden no sólo en el fuego cruzado de los productos aportados por negociantes del complejo militar industrial, sino en la percepción de la opinión pública internacional.
Los corresponsales y enviados especiales han acudido a dos campos de batalla que cubre a Polonia, Bielorrusia, Rumanía, Hungría, Eslovaquia y Moldavia, colindantes con el estratégico mar Negro, espacio estratégico imprescindible para una superpotencia imperial -Rusia-, en su rivalidad contra otra superpotencia expansionista -Estados Unidos-. Son dos esperpentos que, con sus afrentas y mortandades, ruborizan a la humanidad, y que toca a los periodistas diseminarlas como aviso/alerta y como referencia.
En ese antagonismo desmesurado -acentuado en los rieles nucleares, biológicos y químicos- por asegurar esferas de mayor influencia en la búsqueda de la hegemonía global, Estados Unidos y Rusia, con sus intervenciones militares, han quebrantado el derecho internacional y cavado zanjas en las que son inhumados, sin oficios religiosos ni panegíricos, miles de seres humanos.
Miles de periodistas de agencias de prensa internacionales y cadenas noticiosas testimonian para la historia y difunden informaciones sobre los acontecimientos desde los campos de hostilidades en Ucrania, donde hasta el 16 de marzo pasado seis periodistas han ofrendado sus vidas, 35 han sido heridos y decenas arrestados por castrenses en destacamentos contendientes. Esta acción bélica ha puesto de relieve por lo menos cinco fenómenos:
1.- Inteligencia de fuentes abiertas:
Nuevas tecnologías informativas han debutado en el conflicto armado ruso-ucraniano, como las imágenes satelitales, denominadas Inteligencia de Fuentes Abiertas. Este original y confiable recurso fue dado a conocer por Maxar Technologies, en marzo de 2021, cuando suministró al gobierno estadounidense imágenes sobre el acrecentamiento de tropas militares rusas en las fronteras de Ucrania.
Las imágenes satelitales de alta resolución fueron masificadas en esta refriega, y sólo el diario español El País, en un solo mes, recibió más de 15 mil imágenes, capturadas por fotógrafos tanto de agencias internacionales de prensa como de fotógrafos de su planilla.
2.- Desinformación y propaganda:
La desinformación ha sido instrumentalizada como un ecosistema de propaganda de la ciberguerra, con el objetivo de influir óptimamente en la opinión pública y crear una percepción de triunfo-derrota. En ese sustancioso comercio de las más colosales compañías tecnológicas, las plataformas digitales han estado a la vanguardia.
El internet y la inteligencia humana y artificial (bots) han creado, incuestionablemente, otro sofisticado campo acorazado, en el cual han emergido expertos en estrategias de desinformación a gran velocidad.
Los órganos oficiales de Moscú, como Tass, Russia Today y Sputnik, así como las webs y blogs, divulgan datos y opiniones contra el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski; Estados Unidos y la OTAN, con la advertencia de que se preparan para embestir a los rusohablantes residentes en el antiguo predio habilitado por sámatas, escitas y cimerios.
Estados Unidos, CNN y el gobierno de Ucrania también abren la misma compuerta de las noticias falsas, la manipulación y los acometimientos verbales. Propagan que el presidente Vladimir Putin perteneció a bandas juveniles, que cometió ignominia como jefe de la KGB y le etiquetan una personalidad psicópata.
El retorcimiento brota por todos los costados: cientos de videos y fotografías son puros montajes y alteraciones, perfiles falsos en redes sociales -auxiliados por la inteligencia artificial- y descontextualizados en la temporalidad. Citemos -apenas- cinco ejemplos expuestos en un trabajo de la agencia española EFE, titulado “Desinformación y mentiras sobre Ucrania y Rusia”, en la implementación de su programa Verifica, un utensilio para detectar retorcimientos:
1.- Fotografía bombardeos Hollín no es del conflicto actual en Ucrania.
2.- Manifestaciones contra el cambio climático presentadas como si fueran contra Rusia.
3.- La niña ensangrentada no fue herida en Ucrania, sino en Siria hace 4 años.
4.- El video de un avión ucraniano derribando un caza ruso no es real, es un videojuego.
5.- No es un bombardeo en Ucrania, sino una simulación de la Segunda Guerra Mundial.
3.- Censuras y bloqueos: apagón informativo
El gobierno de la antaño Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ha bloqueado a medios extranjeros y redes sociales, en lo que se ha denominado el apagón informativo. Roskomnadzor, su regulador de telecomunicaciones ruso, proscribió el acceso a Twitter y Facebook, y el Parlamento sancionó una ley que estipula penas de hasta 15 años por la “difusión sistemática de desinformación” sobre la confrontación bélica.
Por ese altísimo riesgo de caer en prisión, se retiraron de Moscú las cadenas alemanas Bloomberg, Deutsche Welle, ARD y ZDF (televisoras), la radiodifusora estatal Westdeuscher Rundfund (WDR); las norteamericanas BBC, CBS, CNN y Voice of America; las españolas agencia EFE, el País y TVE; la italiana RAI, la británica BBC, Radio Freee Europe y otros medios occidentales.
La proliferación de los fake news, antes y durante los choques de Ucrania, motivó el desarrollo de herramientas contra la desinformación, como Internacional Fact-checking Newtwork. Facebook también lanzó una nueva plataforma en Ucrania, que facilita a los usuarios bloquear contenidos indeseables, ataques cibernéticos y asegurar la privacidad y seguridad.
4.- Enfoque de multiplataformas:
Las multiplataformas, como las redes sociales y los audiovisuales, vanguardizan la difusión en la guerra. Deslumbran las fotografías, videos, geolocalizadores, los despliegues Online y las campañas de viralización.
Y son protagónicas las imágenes y testimonios en Instagram, Twitter y TikTok, que cuentan con más seguidores que los medios convencionales.
5.- “Periodismo ciudadano”:
En la guerra del segundo país más grande de Europa se ha multiplicado el suministro de fotografías, videos, audios, mapas, fotografías e infografías, provenientes de vecinos y paisanos, particularmente a través de los móviles, en lo que -con anterioridad- fue llamado periodismo ciudadano.
Estos informadores, que no son periodistas sino fuentes improvisadas, han sido muy útiles en la ilustración de cómo han quedado los edificios en ruinas y en el drama del éxodo de refugiados en las fronteras de Polonia, Rumanía y Bielorrusia, que no habían sido tan dramáticos y numerosos como la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el conflicto multiétnico de Yugoslavia o de Los Balcanes (1991-2011).
Desde estos confines, se tiñe de aventura opinar sobre quién aventaja o retrocede en esta guerra electrónica porque, en esencia, no se manejan con exactitud datos de inteligencia ni de lo que acontece en el terreno de las refriegas. ¿Cuál es la maniobrabilidad estratégica rusa? ¿Por qué el gobierno de Vladimir Putin se ha tardado, con su avasallante fuerza de tierra, mar y aire, en ocupar a Kiev? ¿Acaso el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, sale con bastante frecuencia en la televisión, desde su escondite en el interior de esa Nación, para dar una señal de que está vivo y no terminar de desmoralizar a sus soldados en combate abierto?
Como epílogo, la demostración informativa de las agencias internacionales de prensa no ha sido ampliamente profusa como las redes sociales y las cadenas mediáticas, pero sí la más neutral y confiable, como Reuters y Prensa Asociada (AP). Esas empresas mediáticas esparcen narrativas incompletas y muchas de ellas no tan cercanas a la verdad, que lo más probable es que sea conocida en los años venideros.
*Autor: Periodista-mercadólogo, escritor y artículista, expresidente CDP