Tomás Aquino Méndez
He sentido una disminución en el impulso de los grupos y personalidades de mi Región Enriquillo, en torno a la lucha por lograr dos objetivos CLAVES en las aspiraciones de alcanzar el desarrollo, crecimiento turístico y creación de empleos en el suroeste.
Me preocupa el SILENCIO de las principales voces de la región en torno a exigir la terminación de la presa de Monte Grande y la preservación del hotel Guarocuya. Sobre el Metro del Sur, como hemos bautizado la presa, debo decir que “nos están mareando”. En los medios de comunicación, la obra avanza ACELERADAMENTE.
En la práctica el proyecto va a paso de tortuga. Paros ocasionales por falta de pago e incumplimiento a las promesas a los comunitarios son las causas. El avance lento lo demuestra que, desde noviembre del 2021, hasta esta semana, la empresa constructora y las autoridades del INDHRI solo han hablado de un ¿avance? de 68%.
La obra estaba en un 63% al concluir el pasado gobierno. No importa que lo nieguen cuantas veces deseen. Esa es la realidad. Ahora se habla de “entregar” una etapa este año, pero Monte Grande es UN TODO. Si no está concluida en su conjunto, no cumplirá su objetivo. Mi otra preocupación es el hotel Guarocuya.
El proyecto de convertirlo en hospital sigue caminando. Los congresistas y las autoridades de la zona tienen que fijar posición firme de rechazo a ese plan. Ese icónico receptor de visitantes no puede cambiar de propósitos. No rechazamos el hospital. Lo necesitamos, igual que el hotel.
Alerto a mi región a estar de pie y DESPIERTA, por Monte Grande y el hotel Guarocuya, por el desarrollo de nuestra región Enriquillo. El presidente Abinader está comprometido con la zona, pero parece que no le está llegando toda la verdad, sobre estas dos obras.