Tomás Aquino Méndez
El cuarto polo turístico necesita más hoteles. Así lo ha entendido el gobierno. Por eso son visibles las facilidades y el apoyo que se le brindan a los empresarios que desean Invertir en la región Enriquillo. Habitaciones es lo que hace falta para alcanzar el despegue definitivo de este polo turístico.
Es por esa razón que no entiendo las pretensiones de reducir, en vez de aumentar, el número de habitaciones que se ofertan al visitante.
Convertir el hotel Guarocuya en un hospital oncológico es mala idea. No porque un centro de salud de esa categoría y especialidad no sea necesario. Jamás.
La región hace tiempo que clama por un hospital de esta categoría. Pero no se puede despojar a Barahona de su emblemático hotel.
Me uno a las voces que se han levantado en contra de esta idea. Debo decir que, hasta ahora, ninguna autoridad ha admitido esa posibilidad, pero tampoco la ha negado.
El ministro de turismo, al ser cuestionado al respecto, dijo más o menos que, 74 habitaciones no afectan el turismo en la región. Posiblemente sea cierto lo que afirma el funcionario, pero ese hotel identifica a Barahona. No puede ser ese el criterio para justificar su disolución.
El hotel Guarocuya es una referencia que no queremos perder los suroestanos. La región necesita el hospital oncológico, pero no puede ser despojándonos del principal hotel que hemos tenido.
Por eso pedimos que el presidente Luis Abinader desoiga cualquier susurro en ese sentido.
Que se levante un edificio fuera del malecón de la ciudad para albergar al necesario hospital oncológico. Sin embargo, queremos que se mantenga abierto a nuestros visitantes el histórico e icónico hotel Guarocuya.
No es cuestión de poner en una balanza lo que más se necesita, es que necesitamos las dos obras para bien de todos. No queremos cambiar hotel por hospital, necesitamos ambos.