Las plantas compuestas de muchas células solo existen desde hace unos 800 millones de años. Para sobrevivir en la Tierra, las plantas tuvieron que protegerse de la radiación ultravioleta y desarrollar esporas y luego semillas que les permitieran dispersarse más ampliamente.
Estas innovaciones les ayudaron a convertirse en una de las formas de vida más influyentes del planeta. Hoy se encuentran en todos los ecosistemas importantes y los científicos describen más de 2.000 nuevas especies cada año.
1. Las plantas «hablan» entre ellas
Claro que las plantas no tienen cuerdas vocales, por lo que no pueden hablar como nosotros. Pero sí usan señales químicas y electrónicas para coordinar las respuestas a su entorno.
Cuando las células de las plantas se dañan, como la hierba cortada por una cortadora de césped, liberan fragmentos de proteínas que pueden ser detectados por las plantas circundantes.
Es como un sistema de vigilancia vecinal: cuando se daña una planta, se notifica a las demás que hay peligro cerca. Esto puede desencadenar una respuesta inmune u otras defensas.
De manera similar, las plantas pueden detectar polinizadores en su vecindad y liberar químicos para atraerlos. Estas señales hacen que las plantas sean comunicadores muy complejos.
2. Las plantas pueden moverse
En su libro seminal «El poder del movimiento en las plantas», publicado en 1880, Charles Darwin describió la capacidad de las plantas para alejarse o acercarse a la luz.
Los científicos llaman a esto fototropismo. Ahora se sabe que los movimientos de las plantas no solo están guiados por la luz, sino también por el agua, los nutrientes y en respuesta al pastoreo de los animales y la competencia de otras plantas.
Las plantas pueden parecer congeladas en su lugar, destinadas a permanecer donde germinan sus semillas. Pero, de hecho, las plantas ajustan constantemente sus hojas, raíces y tallos para mejorar sus posibilidades de supervivencia.
Por ejemplo, las partes de los tallos que quedan en la sombra se alargan para asegurar que la planta crezca hacia la luz en un proceso mediado por hormonas. Las raíces muestran el efecto contrario, haciendo que crezcan lejos de la luz.
3. Las plantas pueden crecer en el espacio
Cruzar el espacio y vivir en otro planeta es algo que la humanidad lleva mucho tiempo imaginando, pero aún no se ha encontrado otro con el mismo medioambiente de la Tierra.
Sabemos que las plantas son expertas en modificar entornos para adaptarse a las necesidades de una vida más compleja. Cuando los primeros bosques comenzaron a realizar la fotosíntesis, oxigenaron la atmósfera de la Tierra y extrajeron CO2, lo que hizo que el planeta fuera más habitable.
¿Podría el cultivo de plantas en planetas lejanos hacerlos más adecuados a nuestras necesidades?
Durante la carrera espacial entre la URSS y Estados Unidos en las décadas de 1950 y 1960, los científicos estudiaron cómo crecen y se desarrollan las plantas en el espacio. Hasta ahora, los expertos han cultivado 17 especies diferentes en cámaras especializadas, incluidas las de maíz, trigo, tomates y lechuga.
Siguen existiendo grandes desafíos para el crecimiento de las plantas de la Tierra fuera de nuestra atmósfera, incluida la radiación durante los vuelos espaciales y las diferencias en los movimientos de gas en el espacio en comparación con la Tierra.
4. Una de cada 10 plantas crece sobre otra planta
Con decenas de metros de altura, son algunos de los organismos más altos del planeta. Las secuoyas, por ejemplo, pueden alcanzar hasta los 10 metros de altura.
Los científicos comenzaron a estudiar las altas copas de los árboles entrenando monos o empleando a escaladores expertos para recolectar muestras. Algunos incluso usaron escopetas para derribar muestras.
No fue sino hasta la década de 1980 que la investigación del dosel se convirtió en una disciplina científica por derecho propio, tomando prestada del alpinismo la técnica de la escalada con cuerdas.
Más adelante, los científicos empezaron a echar mano de grúas, globos y drones.
5. Las plantas pueden indicar cambios globales
Los organismos son muy sensibles a los cambios en su entorno y las plantas en particular se han utilizado para detectar estos cambios durante siglos. Cuando en el otoño las hojas comienzan a cambiar de color, suelen anunciar con ello la llegada de meses más fríos y oscuros.
Ciertas especies de helechos son particularmente vulnerables a los cambios en su clima local. Los transparentes crecen en las regiones sombreadas de los bosques tropicales, generalmente cerca de las bases de los árboles o sobre rocas húmedas.
*Esta nota fue publicada en The Conversation y reproducida aquí bajo la licencia Creative Commons.