Miguel Ángel Figuereo
Colmado de alegría, lleno de asombros e invocando importantes recuerdos, fue la reacción del profesor Alejandro, cuando vio asomarse a la puerta de su casa a su amigo y compadre Don Ignacio, a quien de inmediato lo invitó a pasar a la enramada de la casa y ocupar una de las mecedoras, no sin antes darse mutuamente palmadas en la espalda, porque desde que inició la pandemia del Covid 19, no se habían visitado.
Los compadres se autocriticaron, porque no usan celulares y tenían que usar a los amigos comunes para enviarse los recados , al tiempo de coincidir en decir, que no necesitan usar esos aparatos.
Mientras se acomodan, quitándose los sombreros, llego Doña Clara, que estaba en el colmado, don Ignacio salió al encuentro y con un sincero saludo, le dijo- Comadre, cuanto me alegra verle.
La pandemia la ha puesto mas joven y blanca, la comadre, solo atinó a decir,- compadre, No salimos de la casa para evitar contagiarnos. Fue entonces cuando le pidió permiso para retirarse y prepararle café y desayuno.
El profesor Alejandro, le recuerda a su compadre que el sigue siendo un enamorado de la belleza de los pueblos, de la formación de los hombres y mujeres, asegurando la que debe estar cimentada en los principios éticos, la dignidad y el trabajo.
Señalando – Eso se ha ido perdiendo en los últimos tiempos. Dice el compadre, no sin antes cruzar sus piernas, para luego agregar- la sociedad ha cambiado mucho, comenzó a citarle algunas cosas, que en el pasado eran parte de la formación de la juventud, pero que poco a poco se ido perdiendo como valores en ese sector de la población juvenil. Don Ignacio le ofrece su consentimiento moviendo la cabeza en señal de aprobación.
El profesor Alejandro le recordó a su compadre, que a los jóvenes se le educaba bajo los principios de la honradez, del servicios a los demás, el respecto y cuidado de los mayores, no pedir y que el hombre y la mujer deben ganarse el pan con el sudor de su frente.
Fue entonces cuando Ignacio interrumpió a su compadre, y le dijo que como no estaba saliendo, recientemente fue por el centro comercial de la ciudad, con uno de sus hijos. Parándose de la mecedora, le aseguró que su asombro fue grande.
En cada centro comercial hay un grupo de adolescentes y jóvenes que su tarea es pedir y lo peor de todo, dice el compadre- no quieren coger 10 pesos; eso debe regularse, afirmando con el tono de voz medio alterado. Afirmó que si no los educamos hoy, mañana serán personas sin porvenir, concluyó el compadre, para luego agregar que todavía estamos a tiempo de su formación.
El profesor, por su parte, dijo con señal de mucho dolor e impotencia, que se ha perdió el respeto de los valores y símbolos patrios, los jóvenes no conocen la historia, es por eso, dice el profesor, que ya casi no se respeta y cuida a los mayores, siempre son objetos de burlas, fue entonces cuando le dijo, ya la juventud no conoce la palabra usted, todo el mundo se le llama tu, agregando con un sentido de humor, – a los viejos, le ponen un apellido, el cual no quiso citar.
Mirando el reloj y asegurando volver más a menudo, don Ignacio, se paró de la mecedora, llamó a su comadre doña Clara y se despidió de sus compadres, pidiéndole que se cuiden del covid-19, por qué él lo hace y cada uno de los miembros de su familia.
*El autor es juez de Barahona y profesor universitario
Magistrado usted ha hecho impacto en el centro de la diana, ese es un tema que preocupa la sociedad, se han perdido los valores éticos y morales, pero no debemos desmayar y seguir predicando con el ejemplo, no todo está perdido, sigamos educando con escritos como ese.