Tomás Aquino Méndez
Me sorprendió que mi amigo Pedro me dijera eso. ¿Cómo qué clamando en el desierto?, le pregunté. Claro, me dijo, “esa presa que tú tanto reclama, no será concluida, porque solo está sirviendo para que distintos funcionarios se aprovechen y saquen su tajada”.
Le riposté su aseveración y reivindique todo cuanto hago atreves de Listín Diario, para que Monte Grande sea una realidad. Es cierto que van tres presidentes que la prometen.
Es verdad que se han establecido varias fechas para su entrega…y aun esperamos. Hoy, cuando los trabajos están PARALIZADOS en más de un 95%, la desesperanza se apodera de gente como mi amigo Pedro. Yo, sin embargo, sigo confiando en que esta obra será una realidad.
Creo que el temor con el que viven residentes en comunidades como Tamayo, Vicente Noble, Uvilla, El Jobo, El Peñón, Jaquimeyes, Canoa, Pescadería y otras, va a desaparecer el próximo año cuando concluya Monte Grande.
Dormirán tranquilos, no importa si llueve o anuncian ciclones. Desaparecerá el miedo de los productores a que sus cosechas serán barridas por las riadas del Yaque del Sur.
Escuchar las voces del sacerdote Ángel Cuevas, el director de la UASD, recinto Barahona, Manuel de la Cruz, del senador José del Castillo, el ex diputado Carlos García y el dirigente campesino Manuel Pérez, nos anima a seguir reclamando que concluya Monte Grande. Eso nos da la razón. No ESTAMOS CLAMANDO EN EL DESIERTO. El presidente Leonel Fernández la inicio.
Danilo Medina le dio un gran impulso y Luis Abinader ha reiterado, DOS VECES en sus 8 meses de gestión, que el año próximo él oprimirá el botón que dejará inaugurada la obra.
Aunque hoy estén PARALIZADOS los trabajos, confiamos en la promesa del presidente Abinader de que, en agosto del 2022, Monte Gran devolverá la vida, la esperanza y será la zapata del desarrollo del suroeste. Seguiremos atentos.