La brutalidad policial a caba con la vida de al menos 7 personas que resultaron muertas este jueves por disparos de las fuerzas de seguridad en varias ciudades de Birmania durante las protestas contra de la junta militar.
Al menos 60 manifestantes y disidentes han muerto a manos de las fuerzas de seguridad y el Ejército desde el golpe de Estado.
«La policía cayó sobre los manifestantes primero con gas lacrimógeno y balas de goma, pero luego disparó fuego real…ahora seis personas están muertas, entre ellas uno de mis amigos», afirmaba un testigo en la ciudad de Myaing, en la central región de Magway, a la agencia dpa.
En la ciudad de North Dagon, junto a Rangón, al menos otro manifestante resultó muerto. «Había más de cien manifestantes aquí… uno resultó muerto por los disparos y otros dos fueron heridos», dijo otro testigo a la misma agencia, que añadió que la policía disparó directamente a la primera línea de la protesta, que portaban escudos improvisados.
Las otras tres víctimas murieron durante protestas en Bago, Taungu y en Mandalay, la segunda ciudad del país, donde los militares se llevaron el cadáver del fallecido, relataron a Efe testigos.
Los hechos tuvieron lugar después de que el Consejo de Seguridad de la ONU acordara este miércoles condenar la represión violenta de las protestas, pero no diera el paso de denunciar el golpe de Estado protagonizado por los militares o de hablar de posibles medidas en respuesta a él, debido a la oposición de varios Estados miembros.
Según fuentes diplomáticas, los quince países dieron el visto bueno a un texto de compromiso en el que se pide contención a los militares y se reclama la liberación inmediata de todos los detenidos de forma arbitraria.