La política preventiva del gobierno muestra deficiencia. A pesar del 911, no parece haber una acción que evite el delito.
Las cámaras de alta tecnología, en calles, avenidas y áreas comerciales estratégicas, no funcionan o los humanos que la controlan no cumplen su papel. El delito sigue delante de los aparentes avances alcanzados.
El plan para asesinar a David Ortiz, pone sobre el tapete la necesidad de una prevención más eficiente. Las cámaras de vigilancia, hasta ahora, son solo para tener “evidencias” que permitan perseguir a los delincuentes. Entendíamos que con estos equipos, muchos robos, asaltos y crímenes serían evitados.
Cuando se instaló el 911, con unidades policiales y ambulancias ubicadas en puntos estratégicos, respiramos tranquilos. Pensamos en naciones como Alemania, Estados Unidos, Londres, para citar solo algunas, donde este sistema ha evitado crímenes y robos, por la actitud preventiva.
Claro, por más vigilancia en las vías públicas, es imposible tener un control absoluto contra la delincuencia, pero lo que hemos visto aquí, hasta ahora, es que solo han servido para lo posterior.
Si las cámaras en la calle Presidente Vásquez reflejaban ese movimiento que hoy presenta la autoridad, ¿cómo es que una unidad policial no tuvo acceso a esos ciudadanos sospechosos? Es solo uno de tantos ejemplos. Algo está fallando.