Xavier Carrasco
Anunciado casi como un galardón y una celebración a la vez, el Ministerio de Educación de la República Dominicana informó esta semana que la asignatura de Moral y Cívica volverá a ser impartida en el nivel preuniversitario a partir del próximo año escolar.
La noticia, aunque bienvenida por muchos, no deja de abrir interrogantes profundas sobre cómo llegamos al punto de tener que “reincorporar” algo que nunca debió salir del aula.
Cuando cursé Moral y Cívica, la asignatura tenía el mismo peso que cualquier materia de contenido. No se trataba solo de memorizar conceptos o fechas, sino de formar personas. La escuela no solo debía enseñarnos a resolver una ecuación que quizás nunca usaríamos en la vida adulta, sino también, y sobre todo, a comportarnos como ciudadanos responsables, solidarios, conscientes de nuestros derechos y deberes.
Y es que los valores, a diferencia de ciertos contenidos académicos, nos acompañan toda la vida. Nos forman como individuos y nos sostienen como sociedad.
Entonces, ¿por qué razón se retiró esta materia en primer lugar? ¿En qué momento, y bajo qué criterios, se decidió que educar en valores era prescindible en un país donde la pérdida de los mismos es cada vez más evidente? ¿Hubo acaso una evaluación estadística, pedagógica o ética que justificara semejante retroceso?
¿Quién, o quiénes, asumirán la responsabilidad histórica de haberle dicho a la sociedad dominicana que no era necesaria la educación en valores? ¿Quién podrá responder hoy ante una juventud desorientada, muchas veces carente de referentes éticos, que durante años creció sin el más mínimo acompañamiento formativo en materia de ciudadanía y comportamiento social?
Reincorporar la asignatura es, sin duda, un paso en la dirección correcta. Pero no basta con que vuelva al currículo. Debe ser impartida con rigor, con vocación y con el convencimiento de que formar ciudadanos éticos es tan vital como enseñar matemáticas o lengua española.
En tiempos donde el respeto, la empatía y la solidaridad parecen valores en extinción, celebrar el regreso de Moral y Cívica es también una forma de decir:
“La educación no es completa si no forma al ser humano en lo que realmente lo hace humano.”