Bautista López García
Al verificar la tasa de analfabetismo en la República Dominicana, observamos una disminución sostenida en las últimas décadas, pero en la zona fronteriza, persisten altos niveles de personas iletradas, afectando aproximadamente al 18 % de la población, con especial incidencia en las provincias de Elías Piña e Independencia.
Dajabón, alcanza una tasa de 17.7 %, mientras que en Bahoruco, Montecristi, Pedernales y Santiago Rodríguez, también registran cifras significativas de personas que no saben leer ni escribir.
Estos datos provienen de un estudio realizado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo de la República Dominicana, citado por el periódico Listín Diario en su edición del 18 de abril de 2025.
Para cerrar las brechas existentes, resulta fundamental la formulación de políticas educativas orientadas a la capacitación en la zona fronteriza. Si bien las estadísticas evidencian una mejora en términos generales, algunos expertos advierten sobre la persistencia del analfabetismo funcional, entendido como la incapacidad para comprender y utilizar la información escrita en la vida cotidiana.
Esta situación continúa representando un desafío significativo. En consecuencia, más allá de promover la adquisición básica de la lectura y la escritura, se hace imprescindible fortalecer la calidad del proceso educativo, con miras a garantizar una alfabetización plena y efectiva.
En este contexto, la extensión universitaria desarrollada desde la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), debe desempeñar un papel estratégico en los procesos de alfabetización de las comunidades fronterizas de la República Dominicana, cuya labor debe articularse estrechamente con las políticas públicas y las necesidades sociales de la región.
En tal sentido, se proponen diversas formas de intervención, entre las cuales destacan: educación comunitaria directa; formación de voluntarios y líderes locales; producción y distribución de materiales educativos contextualizados; investigación aplicada a las problemáticas territoriales; campañas de sensibilización y promoción; así como el apoyo técnico y académico al diseño e implementación de políticas públicas.
En conclusión, la extensión universitaria no solo complementa la función académica tradicional, sino que, transforma a la Universidad en un agente social activo, comprometido con el desarrollo humano, la inclusión y la equidad educativa.
Por tanto, su articulación con las políticas públicas y las necesidades de las comunidades, especialmente en contextos vulnerables, como es el caso que nos ocupa en la zona fronteriza de la República Dominicana, resulta fundamental para enfrentar problemáticas estructurales como el analfabetismo y el acceso desigual a la educación.
Así, la universidad trasciende los límites del aula para incidir directamente en la transformación social, promoviendo una ciudadanía más consciente, crítica y participativa.
Autor, aspirante a Vicerrector de Extensión 2026-2030, exdecano de la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas