Xavier Carrasco
El 8 de marzo no es solo una fecha para regalar flores o dedicar mensajes emotivos. Es un día de reivindicación, memoria y lucha. Es la conmemoración de las batallas históricas que han librado las mujeres para obtener derechos que, durante siglos, les fueron negados. Sin embargo, la lucha no ha terminado. En pleno siglo XXI, aún enfrentan desafíos que exigen atención y acción.
La historia del Día Internacional de la Mujer se remonta a las luchas obreras del siglo XIX y principios del XX, cuando miles de trabajadoras alzaron la voz contra la explotación laboral y la desigualdad salarial.
En 1911, un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, donde murieron más de 140 mujeres encerradas en condiciones infrahumanas, marcó un hito en la lucha por mejores condiciones laborales.
Desde entonces, la movilización femenina ha sido clave para el reconocimiento de derechos como el voto, la educación, el acceso al trabajo y la participación política.
Concepción Bona fue una figura clave en la independencia de la República Dominicana y un símbolo del papel de la mujer en la lucha por la libertad.
Como patriota, tuvo un rol fundamental en la confección de la primera bandera dominicana que debemos decir que para ese entonces la misma apenas tenía 18 años de edad, bandera que fue utilizada en la proclamación de la independencia el 27 de febrero de 1844.
Su valentía y compromiso con la causa independentista demuestran la importancia de las mujeres en la construcción de la nación, dejando un legado de patriotismo y participación activa en la historia del país.
El mundo no sería lo que es hoy sin la contribución de las mujeres. Desde la ciencia, con figuras como Marie Curie y Rosalind Franklin, hasta la política, con líderes como Angela Merkel o Violeta Chamorro. En el arte, la literatura y la educación, las mujeres han desafiado barreras para dejar su huella.
Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana, muchas voces fueron silenciadas por oponerse al régimen y luchar por la justicia social.
Entre ellas, las Hermanas Mirabal se convirtieron en un símbolo de resistencia, enfrentando con valentía la represión y defendiendo los derechos y las libertades del pueblo dominicano.
Patria, Minerva y María Teresa participaron activamente en movimientos clandestinos contra la dictadura, lo que las convirtió en blanco de persecución.
El 25 de noviembre de 1960, fueron brutalmente asesinadas por órdenes del régimen, en un intento de callar su lucha. Sin embargo, su muerte encendió aún más la indignación popular y fortaleció la oposición a Trujillo, cuyo régimen caería meses después.
Su legado trascendió fronteras, y hoy son recordadas como mártires de la justicia y la libertad, inspirando la lucha por los derechos humanos en América Latina y el mundo.
En América Latina en sentido general, la lucha ha sido aún más marcada por contextos de machismo y desigualdad estructural. Sin embargo, figuras como Rigoberta Menchú, que ha defendido los derechos indígenas, o las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, que exigen justicia por los desaparecidos en dictaduras, demuestran que la mujer es sinónimo de resistencia.
A pesar de los avances, las mujeres aún enfrentan enormes desafíos. La brecha salarial sigue siendo una realidad en muchos países, donde, a igual trabajo, los hombres continúan ganando más.
La violencia de género, especialmente el feminicidio o más bien los homicidios pasionales hacía la mujer, es una crisis alarmante en Latinoamérica y obviamente Republica Dominicana no es una excepción, donde miles de mujeres pierden la vida cada año a causa de la violencia machista. En el ámbito político y empresarial, aunque la presencia femenina ha aumentado, la representación sigue siendo desigual.
El Día Internacional de la Mujer no es solo una fecha conmemorativa, es un llamado a la acción. No basta con reconocer la importancia de la mujer en la sociedad; es necesario garantizar que tengan las mismas oportunidades y derechos que los hombres.
El cambio no solo depende de ellas, sino de toda la sociedad. La lucha por la equidad de género no es solo una causa femenina, sino una responsabilidad humana. Porque la mujer es mucho más que un simple género: es sinónimo de lucha, perseverancia y transformación.