Oscar López Reyes
Entre el 13 y el 17 de septiembre de 1988 -participando en mi primer evento en el exterior, un seminario sobre La violencia y la responsabilidad de los medios de comunicación- me causó desmesurada curiosidad que periodistas y otras figuras públicas antes de salir de sus casas en Bogotá (Colombia) duraban 10 y 15 minutos vigilando discretamente hacia la calle, desde galerías y persianas asustadizas. Diariamente, decenas de personas caían abatidas y otras tantas eran secuestradas, en lo que a la sazón era considerada la ciudad más insegura del mundo.
Por razones de seguridad, el seminario cambiaba de escenario: el hotel Tequendama, el Museo del Oro, la Universidad Central de Bogotá y el pueblito de Hierba Buena, ubicado a unos 15 minutos de Bogotá. En esos lugares había una vigilancia especial durante el desarrollo del cónclave, ya que por años la sangre corría por los contenes de Colombia, desencadenada por el narcotráfico, La Guerrilla, los paramilitares y la delincuencia.
El narcotráfico y La Guerrilla no tenían compasión. El 6 de noviembre de 1985, el Movimiento 19 de Abril (M-19) se apoderó de la Corte Suprema de Justicia. Un incendio, incitado por los miembros de las fuerzas de combate no oficial o el Ejército durante un operativo de rescate, destruyó su edificio, donde murieron 101 personas, entre ellas 11 jueces y fiscales; y el 17 de diciembre de 1986 capos del comercio a gran escala de drogas tóxicas asesinaron a don Guillermo Cano, director del diario El Espectador.
Poco después de celebrado el seminario sobre la violencia y cómo afrontarla desde los medios de comunicación, dos de los periodistas participantes fueron secuestrados: Diana Consuelo Turbay, hija del expresidente Julio César Turbay Ayala, y directora del noticiario de televisión Criptón y de la revista Hoy por Hoy. A los tres meses de su cautiverio, cayó abatida en un fuego cruzado de balas, durante un operativo de rescate del Ejército.
Otro concurrente del seminario, Francisco Santos, jefe de redacción del diario El Tiempo (sus propietarios fueron su padre Ernando Santos Castillo y su tío Enrique Santos Castillo), en el lapso de unos 6 meses estuvo secuestrado por La Guerrilla, lo que le causó un sensible impacto emocional.
En ese conflicto político por la variación o el mantenimiento de la estructura económico-jurídico que engendraba exclusión y marginación social, manufacturaron un montón de necropsias y raptos. Y en la inseguridad de los espacios colectivos públicos, la minuciosa observación visual de 10 o 15 minutos por sujetos sociales era para determinar si notaban algún movimiento extraño, y así evitar secuestros por actores armados políticos, bandas delincuenciales o pandillas juveniles consumidoras de sustancias psicoactivas.
En los años subsiguientes, los narcos ejecutaron a tres candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, en 1989; Bernardo Jaramillo, en 1990, y Carlos Pizarro, también en 1990, por los programas que fomentaban y por el temor de que de estos arribar al poder fueran extraditados a los Estados Unidos.
En la década de 1980, clanes norteamericanos se involucraron en el tráfico y el contrabando de marihuana, lo que trajo consigo un aumento de la violencia: 125 mil 573 muertos. Y desde enero hasta mayo de 2024 se registraron 5 mil 227 homicidios, para una reducción absoluta de 120 mil 346 en 44 años, que equivale a un 95.83%.
Treinta y seis años después (28 de noviembre de 2024) de mi primera visita a Colombia -luego frecuentaba a la Universidad Javeriana- la Asociación Dominicana de Profesionales de Relaciones Públicas (Asodoprep), que presido, auspició un conversatorio sobre las Relaciones Públicas en la Cuarta Era Industrial, con exposiciones de Javier Hoyos Angulo, presidente del Colegio de Periodistas de Colombia y Ana Gabriela Hoyos Carvajal, especialista en contenidos digitales y en resolución de conflictos.
El recuento precedente resulta útil porque el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien perteneció a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), ha impulsado una extraordinaria tarea para el cumplimiento del Acuerdo de Paz firmado en el 2016 entre el gobierno y la citada organización.
Ana Gabriela Hoyos Carvajal labora en el ámbito de las relaciones públicas y la política pública de la Agencia para la Reincorporación y Normalización -relativa al tránsito de los guerrilleros y paramilitares hacia la vida civil- del gobierno de Gustavo Petro. Esa gestión se considera básica en el proceso de paz, para la promoción del turismo en Colombia y apoyo de los organismos internacionales, como la ONU y el PNUD, así como las gobernaciones y las alcaldías de esa nación.
Colombia ha experimentado transformaciones sustanciales, especialmente en su democracia y economía, y el índice de muertes violentas y los focos guerrilleros se han reducido grandemente, demostrando que los delitos pueden ser controlados. El Reloj de la Criminalidad de la Corporación Excelencia en la Justicia -CEJ- reveló, el 17 septiembre de 2024, que en los seis primeros meses de este año los hurtos a personas -verbigracia, los celulares- sumaron 168 mil 553, o sea, 931 diarios, lo que significa que los visitantes deberán tomar medidas preventivas, en mayor o menor medida que si visitaran otros países.
En ese árbol, cada día más dominicanos y nativos de otros territorios viajan a esta metrópolis sudamericana para divertirse y relajarse con su altitud (cerca de 8 mil 500 pies sobre el nivel del mar); su diversidad biológica (representa el 10% del planeta), como los océanos (Pacífico y el Caribe), lagos, paisajes montañosos, su clima frío y fresco; sus delicias gastronómicas y su riqueza cultural: historia y arquitectura colonial y moderna, la cumbia y el vallenato, y la hospitalidad de sus habitantes, parecida a la de los dominicanos, todo lo cual se abre campo como oportunidades de negocios.
El conversatorio de Javier Hoyos Angulo, presidente del Colegio de Periodistas de Colombia y su hija Ana Gabriela Hoyos Carvajal, integrante del equipo de comunicación del gobierno de Gustavo Petro, ilustró sobre las relaciones públicas, los contenidos digitales y la resolución de conflictos. También, para repasar la más reciente memoria social y colectiva de Colombia y homenajear a los periodistas abatidos en ese territorio. Sin proponérselo, los dos promovieron el turismo de su país.