Este jueves se consumó la renuncia del primer ministro de Haití, Ariel Henry, al tiempo que fue juramentado un consejo integrado por nueve representantes políticos y de la sociedad civil que tomará las riendas del país caribeño sumido en la violencia.
El ministro de finanzas de Henry, Patrick Boisvert, fue nombrado primer ministro interino.
Desde principios de este año, grupos criminales han tomado el control de grandes zonas del país, incluyendo un 90% de su capital, Puerto Príncipe.
El germen de la crisis actual se remonta al asesinato del presidente Jovenel Moïse, ocurrido en julio de 2021, y que dejó al país en un vacío institucional, y sin celebrar elecciones desde entonces.
Henry, quien tomó el poder con el apoyo de EE.UU. y la comunidad internacional luego de la muerte de Moise, dimitió a través de una carta que redactó exiliado en Los Ángeles, California.
Las pandillas le habían impedido regresar al país desde el pasado marzo, cuando viajó a Kenia en busca de ayuda de las fuerzas de seguridad de esa nación africana para lidiar con la crisis interna de su país.
«Me solidarizo con las pérdidas y el sufrimiento de nuestros compatriotas durante este período. En nombre del gobierno, agradezco al pueblo haitiano por la oportunidad de servir a nuestro país con integridad, sabiduría y honor», dijo Henry en la misiva con fecha del 24 de abril, pero que fue publicada este jueves en redes sociales.
El gobierno saliente de Haití formalizó el proceso de transición hace dos semanas, un mes después de que Henry anunciara que iba a dejar su cargo, cuando las pandillas asediaron el aeropuerto en el que debía aterrizar luego de su viaje oficial.
Ante el anuncio de la juramentación, la Casa Blanca mostró su apoyo.
«Hoy se da un paso fundamental hacia elecciones libres y justas», dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, y añadió que el embajador de Estados Unidos estuvo en la ceremonia y que su país ha entregado un primer envío de equipo no letal a la policía haitiana.
Según datos de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití, más de 2.500 personas han muerto o han resultado heridas por el caos que vive la isla desde enero.
Una juramentación amenazada
El consejo fue creado para elaborar un plan restablezca el orden en Haití. Sus nueve miembros deberán organizar unas elecciones, aunque para ello no se estableció una fecha específica.
El grupo cuenta nuevamente con el apoyo de EE.UU. y la Comunidad del Caribe (Caricom), la organización regional que ha vigilado el proceso de transición preocupada por la inestabilidad que la crisis en Haití puede provocar en los países vecinos.
Sus integrantes provienen de diversos partidos políticos y de la sociedad civil.
La ceremonia de juramentación, que debía celebrarse en el Palacio Nacional, tuvo que llevarse a cabo en la oficina del primer ministro, conocida como Villa d’Accueil, por la amenaza de los grupos violentos.
Este miércoles se escucharon disparos en las inmediaciones del Palacio e, incluso, la policía tuvo que usar gases lacrimógenos para dispersar a una multitud que rodeaba sus inmediaciones.
Las pandillas habían prometido descarrilar la juramentación, y uno de los líderes más poderosos de estos grupos lanzó una amenaza en un video en las redes sociales que parecía estar dirigido al consejo.
«Ya sea que estén instalados o no, este mensaje es para ustedes: prepárense», advirtió Jimmy Chérizier.
Chérizier, también conocido como Barbecue, es la figura más destacada de una alianza informal de pandillas conocida como Viv Ansanm (Vivir Juntos), que tiene el control de Puerto Príncipe.
El mes pasado, dijo que consideraría deponer las armas si se permitiera a los grupos armados participar en las conversaciones para establecer el nuevo gobierno.
Dijo que «no estaba orgulloso» de la espiral de violencia en Haití y advirtió que la crisis podría continuar si grupos como el suyo, que critican a los «políticos corruptos», no forman parte de un futuro gobierno.
La situación en Haití ha sido descrita como «cataclísmica» por Naciones Unidas en un informe publicado el mes pasado.
Un informe detalla las «prácticas desgarradoras» de las pandillas, a las que se acusa de utilizar la violencia extrema y el abuso sexual como medio de castigo y control.
Los grupos de ayuda humanitaria tienen dificultades para llevar alimentos y agua a la capital, donde millones de personas no tienen sustento y están al borde de la hambruna.