Tomás Aquino Méndez
Los Güiros, La Meseta, San Simón, Manzanillo, Boca de la Mula, Hato Nuevo. Posiblemente a muchos lectores no les digan nada esos nombres. Son comunidades que hoy ya no existen.
Fueron desalojadas para dar paso al proyecto Monte Grande. Los campesinos que allí residían recibieron con alegría la información de su desalojado para dar paso a esa importante obra.
Esa primera información les llegó estando en el poder Leonel Fernández. La obra no se concluyó en ese período, pero los compromisos los ratificó Danilo Medina, quien aseguró que en el 2020 no dejaría el poder sin haber entregado la obra. La promesa tampoco fue cumplida. La llegada de Luis Abinader trajo consigo la ratificación de compromisos anteriores.
Se garantizó a los campesinos que tendrían tierra para trabajar, un centro poblado, agua potable, escuelas, canchas, calles asfaltadas, centros de recreación.
Casi todo dejado “muy avanzado” por anteriores administraciones. También se le garantizó que en el 2022 la presa sería entregada. Aunque los compromisos se mantienen, Monte Grande no será concluida este año. Las 14 o 17 mil tareas que se necesitan para ubicar a los desalojados, aún no están preparadas.
Las autoridades hablan de inaugurar este año UNA PARTE de Monte Grande. Sucede que esta obra es UN PROYECTO, UN TODO. No funcionará hasta tanto no esté concluida. Por eso los campesinos piden al presidente Abinader que no inaugure UNA PARED y el centro poblado, como se anuncia.
En otras Expresiones hemos insistido en que Monte Grande es UN CONJUNTO inseparable. Los campesinos coinciden con nosotros. La obra que necesita el Suroeste es la que va a integrar 700 mil tareas a la producción.
Esa que dará más agua potable, energía, abrirá puertas al turismo y facilitará más empleos a la región. Presidente, escuche el grito de los campesinos de Monte Grande.