Emilia Santos Frias
Es altamente conocido que hacer algo nuevo y enriquecedor nos renueva la mente y la piel, pero los planes mejor trazados pueden presentar dificultad. Esto así, porque la vida tiene obstáculos, Por eso, es necesario que hallemos la vía idónea para afrontar el cambio, tanto en el trabajo como en la vida diaria, porque el mundo vive en constante movimiento. Para ello, tomemos como escudo la fe, que siempre nos guiará a la puerta idónea.
Si miramos con atención a nuestro alrededor, es posible que descubramos cosas extraordinarias. Por ello, recapacitemos, el cambio no siempre es malo, en ocasiones nos permite desarrollar potencial en nuevas competencias profesionales y a nivel personal nos humaniza, mediante la exhibición de valores, estilos de vida, en fin…, nos hace un llamado a convivir con el futuro, mientras seguimos siendo competitivos y esquivamos obstáculos en busca de esos secretos que nos permitirán vivir una vida mejor.
Sencillamente, nos va mejor cuando enfrentamos el cambio procurando que las cosas sigan siendo simples, sencillas, impidiendo que las emociones humanas compliquen todo. ¡Afrontar el cambio y alcanzar el éxito! ¿Qué es el éxito para mí? ¿Qué necesito alcanzar?, sin duda, todo lo que queramos conseguir solo lo hallaremos siendo operativos, sin temerle al cambio ni resistiéndonos a él. Porque más que una oportunidad para perder algo, será un momento propicio para ganar resplandor en nuestra vida personal y profesional.
Te has preguntado, ¿qué deseas hoy?, ¿quizás, un nuevo empleo?, ¿cosas materiales?, ¿una pareja sentimental?, ¿hacer cambios en la sociedad?, ¿cambiar tu estilo de vida?, ¿disfrutar de buena salud?, ¿alcanzar el matrimonio o sencillamente, paz?, ¿desarrollar un sentido espiritual de bienestar? Sin duda, deseamos eso que nos hará feliz, pero para ello, hay que aprender a adaptarse al cambio, porque cuando aprendemos algo nuevo, cambiamos. ¡Si la situación cambia para el bien general, cambiemos con ella!
¡Prestemos atención a los cambios que ocurren cada día en nuestro entorno! Esto nos ayuda a adaptarnos a grandes transformaciones; a desprendernos del pasado para abrazar el presente y obtener felicidad. Por eso, es necesario que utilicemos nuestra capacidad para pensar y aprender de las experiencias del ayer, sin llenarnos de la seguridad y arrogancia que puede traer el anhelado éxito.
En la fábula ¿Quién se ha llevado mi Queso?, su autor Spencer Johnson, en una narrativa parabólica, llena de recursos literarios como la metáfora, en sus tres partes fundamentales: la reunión, la narración y el debate, nos invita a identificar las partes simples y complejas de nuestras vidas; a comprenderlas sin ira ni estrés, para que podamos adaptarnos a los cambios y saciemos la necesidad de alcanzar el éxito. Pero, para ello, es necesario ser una persona leal, honrada y flexible. El mundo necesita más de esas.
Estos enunciados forman parte de los aprendizajes que he obtenido hoy, en mi tercera lectura de esta parábola maravillosa. Nuestro primer encuentro fue en la Navidad del año 2003, cuando estimulé su compra en el sabio compañero de labores, don Rosendo López, y mas tarde recibí la joya como obsequio. Más adelante en 2013 volvimos reencontrarnos, y ya se ha vuelto una lectura obligada en mi haber. Cada vez que lo leo encuentro algo nuevo y útil, como bien recomendó su prologuista Kenneth Blanchard.
Una de sus aseveraciones es que, si dejamos de ser personas operativas y sensatas, llegaremos a la depresión, cuando se presenten cambios en nuestras vidas, porque no estaremos aptas para hacer el cambio y actuar de modo diferente; siempre en pro de bienestar, aunque el camino suponga incertidumbre. No importa la edad, es preciso salir de la comodidad, de lo seguro; de lo conocido, aunque experimentemos temor al fracaso, !claro si albergamos la esperanza de obtener dicha!
Una de sus exhortaciones imperiosas es identificar y saber la diferencia entre actividad y productividad; autoridad y poder; respeto y miedo. ¿Qué nos impide encontrar seguridad en sí mismos para poder encontrar bienestar? A veces el temor que sentimos no es tal. Seamos arrojados. Si hacemos cada día lo mismo, no nos preguntemos ¿por qué no mejoran las cosas? Justo es entonces, explorar y frenar el verdadero temor, aunque a veces un poco de él es bueno.
“Si no cambiamos nos podemos extinguir”. Es preciso abandonar la zona de comodidad y adaptarnos al cambio, controlando la situación al no dejarnos llevar por las cosas que suceden diariamente. ¡Debemos salir al encuentro con el cambio en nuestra vida! ¡Emerger de lo ignoto sin miedo a la sorna!, porque este nos hace prisioneros-as, nos impide abrazar la libertad y disfrutar de otros derechos inherentes.
Es mejor pensar e imaginar todo lo que ganaremos al hacer el cambio, que es natural, que en lo que se perderá al movernos a nuevas direcciones. La búsqueda puede ser divertida, asegura esta importante obra de crecimiento personal y profesional. Por ello, debemos aprender a reinos de nosotros mismos; porque la vida es simple; a reflexionar acerca de los errores del pasado y utilizarlos para planificar el futuro, para afrontar el cambio.
Y aunque algunos temores deben ser respetados, para evitar peligro, ¡qué el miedo no nos paralice!, anticipémonos al cambio, estando preparados-as para cambiar; disfrutando el proceso. Exploremos todos nuestros recovecos, las zonas desconocidas, y no nos aislemos. ¡hay que vivir actualizando saberes para afrontar los cambios, máxime en La Era de la Información o Digital!
Si aun estás en el laberinto de invito a leer esta obra, y decide si serás Fisgón, Escurridizo, Hem o Haw. ¿Quieres solo husmear; mantenerte pasiva-o; quedarte en territorio conocido o detectar a tiempo el cambio y entrar en acción? La transformación nos ocurre a todas y todos, procuremos que sea para bien. ¿Qué harías si te mueven el queso de lugar, si se termina?; ¿buscas un queso nuevo?
La recomendación es que no ignoremos el cambio en nuestra sociedad, en nuestra vida, siempre que sea para el bienestar común, para fortalecer valores y cultura autóctona. Desechando lógicamente: “la arrogancia del éxito, a sabiendas de que, algunas personas no cambian nunca y pagan por ello un precio muy alto”.
Hay que desprenderse de ataduras y heridas, para avanzar. Mirar hacia adelante y prestar atención a lo que ocurre en nuestro alrededor, y así, más que gestionar acciones de bien común, dirigirlas. Eso es participación plena en los cambios sociales colectivos.