Tomás Aquino Méndez
Quiero dejar claro que seguiré siendo una voz que clama por su región. Enfatizo que no desmayaré hasta que Monte Grande sea una realidad. Pero no quiero seguir como un solitario CLAMANDO EN EL DESIERTO.
Se hace necesario que las iglesias, los empresarios, los legisladores, los productores, las amas de casa y todos los suroestanos asuman este proyecto como algo fundamental para el desarrollo de la zona.
Monte Grande, junto al desarrollo turístico de Pedernales, cambiaran la vida y el rostro de los hombres y mujeres que de la región. Si más voces se levantan, el eco será mayor y se escucharía con más fuerza en las alturas del poder.
El suroeste ha vivido resignado a las migajas, que llegan cuando se levanta una voz y reclama. Pero llegan siempre como anuncios, como: ¡llegó la hora del Sur, Pedernales despertó, el suroeste tiene dolientes!! y otras arengas que solo son eficientes en las páginas de los diarios.
Hasta ahora nos hemos resignado a eso. Hoy, Monte Grande sigue paralizada. Concluir este proyecto en el 2022, como anunció el presidente Abinader, no se logra con dos obreros removiendo tierra y tres ingenieros danto toques finales a algunas viviendas. Hace falta algo más.
Si la empresa responsable no está cumpliendo, el gobierno debe decirlo y si es lo contrario, que la empresa hable. Hasta ahora no sabemos dónde está el tranque. Y nos preocupa ver alejarse la posibilidad de tener para el 2022 el Metro del Sur.
Hoy, levanto mi voz pidiendo la unidad de todos los sectores del suroeste para que Monte Grande, no se convierta en un elefante blanco, en la región más olvidada. Debemos pasar de simples reclamos periodísticos a acciones más contundentes. Solo así nuestro Suroeste alcanzara un real desarrollo.