Al menos tres personas murieron durante protestas en Birmania este sábado, en una violenta noche de represión, en la que cientos de manifestantes desafiaron el toque de queda para celebrar vigilias por los muertos en las movilizaciones desde que los militares se hicieron con el poder.
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Desde el golpe de Estado del 1 de febrero, la junta militar que asumió el poder reprime un movimiento de protesta sin precedentes, al que trata de frenar de forma cada vez más violenta, recurriendo incluso a la munición real. Más de 70 manifestantes han muerto, según la ONU.
Aún aí siguen las multitudinarias manifestaciones en todo el país exigiendo la puesta en libertad de la líder Aung San Suu Kyi, detenida el mismo 1 de febrero en que se produjo el golpe y el retorno a la democracia.
En las protestas del sábado, las fuerzas de seguridad reprimieron la movilización en Mandalay y más de 20 personas, incluyendo un monje, resultaron heridas.
Al menos tres personas murieron, una de ellas de 21 años, según periodistas y un médico, si bien otros medios de prensa cifraron en siete las víctimas de la violencia gubernamental.
«Pronto amanecerá», dice líder civil
Mientras tanto, el líder civil del gobierno de Myanmar, en la clandestinidad, prometió seguir apoyando una «revolución» para derrocar a los militares que tomaron el poder el mes pasado.
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Mahn Win Khaing Than, que fue nombrado vicepresidente en funciones por los destituidos legisladores de Myanmar y es miembro del partido de la líder depuesta Aung San Kyi, se dirigió al público el sábado por primera vez desde la toma de posesión militar del 1 de febrero.
«Este es el momento más oscuro de la nación, pero el amanecer está cerca», dijo en un vídeo publicado en las redes sociales y en la web del gibierno en la clandestinidad. «Para formar una democracia federal, que todos los hermanos étnicos que han sufrido diversos tipos de opresión por parte de la dictadura durante décadas, esta revolución es la oportunidad de unir nuestros esfuerzos», añadió.