Luesmil Castor Paniagua
«Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo, no sé! / como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido / se empozara en el alma.
Los heraldos negros. César Vallejo.
Te has ido atarrayando las locuras del miedo tras los atardeceres del Curro.
Me detengo frente a tu vivir capsulado en el ataúd
y sientes que una lanza de agonía atraviesa ¨asesinante¨ el ceño de la vida.
Y es tarde para despedir la amistad, esa que se enreda entre las patas de la muerte.
Estas ahí, inmóvil bajo la sentencia de partir hacia el viaje más largo y eterno.
El viaje del retorno…
Ese viaje de regreso que será leve e insufrido como el que nos espera a todos.
Solo, que te has ido delante con la clarinada nebulosa de estos días del siglo atormentado.
Desconcertaste con la paz que viviste…
Con la humildad con que dejaste danzar tu andar por este lodo ensuciado de odios.
Tu eterna sonrisa, que bebió las rabias de los muchos orinados de soberbias.
Ahí están las lágrimas, humedeciendo lo que sembraste para que siga la cosecha de amor y paz que en nuestros huertos dejaste.
Mírate, tendido en el fondo de aquel silencio que nos hace gritar tu nombre.
Mírate abrazado de espaldas a la luz que nos ciega…
Eso fuiste, eterna luz que no necesito apagar otras para siempre estar iluminada y alumbrándole el camino a los perdidos entre la oscuridad de envidias tejidas en los cruces del desprecio.
No hubo rencores que no saltaras, agravios que no borrara tu sutil serenidad acumulada de parabienes.
Tú, de perenne sonrisa amueblada en oscuro rostro.
Sabemos que es leve tu equipaje para el viaje infinito y sin retorno…
Y no te inquietas, ni te inmuta.
Pues no lleva cargo de conciencia, que a fin de cuentas es la carga que más pesa.
Te marcha solitario, pero sé, que encontrara ángeles y querubines en el camino para alegrar tu compañía.
Más nosotros aquí, volvemos a nuestras casas manchados de tristezas y zurcidos de agonías.
En vueltos en un manto perfumado del dios Hades, torneados de pesadumbre, nos marchamos hacerte eterno en las memorias al recordarte.