Oscar López Reyes
La pandémica contienda comicial del 5 de julio se escurre como inclemente, y el candidato oficial adosa para ser bautizada como la derrota de los excesos: ofertas, frecuencia, gobernanza, conflictividad y pseudofilantropía, en que invirtió miles de millones de pesos para crecer un 4%. En vez de convencer con poder seductor, vendió la imagen de la personalidad/producto que nada y sabe guardar la ropa.
Este síndrome de la hipertrofia sociopsicológica y la incredulidad, en el pabellón de la contaminación mediática (“fake news”, campañas sucias, chanchullos informativos, captaciones telefónicas ilegales, intimidaciones, etc.), radicalizó a los receptores antagónicos y catalizó una terapia higiénica: evacuó como descarga emocional y sosiego psíquico. Y estos mensajes oscilaron en el psiquismo humano como un manjar para el estudio del diferencial semántico discursivo y el surco de la disonancia cognitiva en la elección del voto.
Tres postulantes se batieron en la liza electoral, y utilizaron la comunicación estratégica como árbol semántico en las interacciones simbólicas: Luis Abinader, Gonzalo Castillo y Leonel Fernández. Otros tres (Guillermo Moreno, Ismael Reyes y Juan Cohén) exteriorizaron, pobremente, sus retórica-imaginativas, porque jugaron tímidamente en los auditorios públicos.
Con un eslogan reseco y poco emocionante, “Vamo’arriba. ¡A trabajar!”, Gonzalo Castillo Terrero fundamentó su campaña en el follaje pragmático o la lógica de la acción, con un programa de gobierno inspirado en la ayuda social hacia la clase baja y media baja. Prometió construir 100 mil viviendas (¿en 20 años?), un tren ligero y teleférico para Santiago, apoyo a los jóvenes durante el desempleo, incluyendo capacitación para la reinserción laboral; pasajes gratis para estudiantes en la Omsa, Metro y Teleférico; lanzar el Bono Digital para (…) que el acceso a Internet; ampliar la capacitación tecnológica a los mayores de 50 años desempleados que necesitan volver a trabajar, y préstamos a bajos intereses y plazos más largos para los agricultores.
Su propuesta más viable fue la de duplicar las visitas sorpresa, y la más creativa: “Vota por el primero. Vota Gonzalo. Vota 1”. Quintuplicó la inserción publicitaria –en comparación con sus contendientes-, pero le faltó carisma y heredó el hastío gubernamental. Tuvo una votación del 37.46%, que representó la población del PLD.
En el paralelo lógico-analítico, Leonel Fernández apeló a sus probados conocimientos presidenciales como estrategia de diferenciación competitiva: en tiempos de crisis, no se improvisa. No es momento de inventar. Para salir de esta crisis, su visión y experiencia. Cuando tus propuestas son claras y sabes lo que hay que hacer, porque tienes la experiencia, no te da miedo debatir. Leonel, presidente 2020: el camino seguro. Vota 18. FP.
Para superar la inestabilidad, propuso una nueva ola de transformaciones, sintetizadas en siete pilares estratégicos: 1) Fortalecer el estado de derecho, 2) Garantizar el crecimiento, la estabilidad económica y unas finanzas públicas sostenibles; 3) Avanzar hacia un nuevo paradigma, capital intensivo, de innovación y productividad, 4) Crear condiciones sociales y económicas para el bienestar de los ciudadanos dominicanos; 5) Caminar hacia un país más tranquilo y seguro, 6) Construir la infraestructura hacia la realización de RD2044, y 7) proteger nuestro medioambiente y recursos naturales. Logró un 8.90%.
Más enfocado a las clases media y baja, Luis Abinader recurrió a la racionalidad democrática y a la economía emergente. Ofreció generar 600 mil empleos, crear un monorriel, fortalecer los derechos ciudadanos y el comercio electrónico; educación de calidad, seguridad alimentaria, saneamiento de 59 cañadas en 100 sectores, el micro-emprendimiento y el asociacionismo de las pequeñas y medianas empresas, un plan de inversión masiva en la zona fronteriza, desarrollo local y la inversión extranjera; crear el Banco Cooperativo y la Superintendencia de Cooperativas, extender la ventanilla única para las exportaciones, diversificar las ofertas turísticas, un pacto fiscal para aumentar las recaudaciones y mejorar el sector eléctrico. Alcanzó el 52.52%.
El gobierno conquistó mediana adhesión, porque su motivación se sustanció en los excesos, que son perjudiciales en todas las haciendas. El que come en demasía se abulta corporalmente y le sale diabetes y otras enfermedades; el que sin cesar llama telefónicamente a otra persona la hastía y aburre; el que habla hasta por los codos pierde la atención de sus contertulios, y el que repite permanentemente mensajes en televisión, molesta y suscita el cambio de canal.
En las elecciones J5 2020, la razón se impuso a la emoción. Rodó la intersujetividad transmitida por el difusionismo o redundancia textual que detonan incompatibilidad entre los codificadores/emisores y las audiencias/decodificadoras. Testimoniados en esta lección, en el mañana los candidatos y sus asesores están compelidos a tomar en cuenta variables de identificación lingüística más efectiva, mediados por modelos teóricos explicativos del proceso de selección del voto.
En el consumo mediático vale mucho la fascinación argumentativa, en una articulación jerarquizada/selectiva fácil de ser descifrable, pero también sus atributos, la segmentación temática y singularidades del mercado, su mosaico distributivo o canal y alcance geográfico, y la frecuencia divulgativa moderada. Así se evitará una nueva derrota de los excesos.
Oscar López Reyes
Periodista-mercadólogo, escritor y articulista,
Director Escuela de Comunicación Universidad O&M,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas