Oscar López Reyes
Ganar una elección dependerá, esencialmente, de las poderosas y efectivas estrategias de marketing que se aplique alrededor de dos puntos cardinales: 1) un plan de ventas del producto (candidato), y 2) la segmentación del mercado electoral, o target group.
Conviene ofertar el candidato en nichos meta con perfiles, valores, normas, creencias, gustos y preferencias diferenciados. Esa división del universo en subgrupos facilita la medición de su tamaño, estudiar sus características intrínsecas y predecir su comportamiento decisorio para llegar a ellos con planes de acción concretos, y garantizar así resultados más efectivos.
En marketing, la segmentación consiente dos ángulos: íntegro (comercial y político) y electoral.
La segmentación íntegra se compone de cuatro versatilidades: 1) Variable demográfica: edad, sexo, nivel socio-económico, estado civil, grado de escolaridad y religión; 2) Variable geográfica: urbano y rural: regiones (capital, Norte, Sur y Este): provincias y municipios; dimensión de la población (megalópolis, urbana, suburbana y rural), y raza (negros, blancos, afroamericanos, árabes, asiáticos y latinos).
Las otras dos variables son: 3) Psicográfica: clase social, personalidad: apariencia física, carácter, humor, carisma, empatía, liderazgo, etc.; relaciones sociales: familia, vecindad, centros de estudios, laborales, deportivos y recreativos; cultura, ciclo de vida familiar y motivos de compra. Y 4) Los grupos especiales: ancianos, inmigrantes, discapacitados, homosexuales y transexuales, y trabajadoras del sexo.
Conseguir una transferencia masiva de votos reclama una campaña creativa, impactante e intensa, y en la República Dominicana de hoy se precisa conquistar dos segmentos clave: los jóvenes (representan el 40.3% de la población votante) y las mujeres: que acumulan el 51.12% del padrón electoral.
Partiendo de estas dos cifras, y de que los candidatos a la Presidencia (Gonzalo Castillo) y Vicepresidencia (Margarita Cedeño Lizardo) de la competencia más cercana cargan con 60 y 54 años de edad, si yo fuera Abinader postulara a la Vicepresidenta a una mujer Millenial (década de 1980) o de la Generación Z (desde 1995).
El segmento demográfico de los jóvenes con una cultura digital poseen características especiales: una inmensidad es más juiciosa y rigurosa en su evaluación electiva. Está bien informada por la hiperconectividad con los celulares inteligentes en la sociedad globalizada y, por lo tanto, más capacitado en el contexto socio-político.
Para dar respuesta contundente a los jóvenes y mujeres, el candidato vicepresidencial, igual que el presidencial, ha de tocar la misma balada, y centrarse en su personalidad, aprovechando a la élite de dirigentes con una historia de extraordinario trabajo democrático.
La guerra política se pone en marcha y el éxito queda sujeto a la inteligencia y destreza para aprovechar situaciones, en coyunturas ofensivas y defensivas, así como de la apropiada artillería (estrategas, periodistas, militantes, buscadores de fondos, etc.) que sea utilizada en escenarios y momentos específicos.