Washington.— El presidente Donald Trump se enfrenta a una amenaza política como nunca antes, la cual evoluciona muy rápido desde una denuncia de un informante a una investigación que podría conducir a su destitución.
Desde que se convirtió en una figura política nacional, lo han acompañado las investigaciones y la controversia. Hasta ahora han sido escalonadas, prolongadas y a menudo inconclusas, y ante su conducta muchos estadounidenses han reaccionado escandalizados, cansados o paralizados.
Con cada señalamiento contra él, Trump ha perfeccionado el arte de la evasión, aparentemente ganando fuerza, intimidando y menospreciando a quienes se han atrevido a enfrentarlo. Sin embargo, ahora Trump se enfrenta a la denuncia de un informante.
Muchas de las pruebas ya están a la vista de la ciudadanía. En el centro de la cuestión está una llamada telefónica en la que Trump le pidió al presidente de Ucrania que ayudara a investigar a su rival demócrata, Joe Biden.
La detallada carta del denunciante alega que la Casa Blanca trató de encubrir la llamada, y posiblemente otras más. A diferencia de la investigación de dos años del fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en las elecciones que llevaron a Trump a la Casa Blanca, la cual se centró en una serie de personas allegadas a Trump y no siempre en el propio presidente, Trump no tiene ahora el beneficio de tomar distancia con las esferas que lo rodean. Con el informe de Mueller, al final hubo mucho humo, pero no hubo una prueba contundente.
Ahora, en cambio, las palabras y acciones de Trump están en el centro de una investigación que harán los demócratas en la Cámara de Representantes.
“El informe de Mueller siempre fue `Manafort esto’ y `su hijo aquello’. Hubo una sucesión de participantes“, dijo el historiador presidencial Douglas Brinkley, refiriéndose al exdirector del equipo de campaña de Trump, Paul Manafort, y a Donald Trump Jr.
En cambio, “esto es sólo Donald Trump y una conversación perturbadora con otro líder mundial“. Esta nueva realidad tomó por sorpresa a Trump y a sus asesores, según personas cercanas al presidente. Una cosa que no ha cambiado, al menos no por el momento, es la clara división entre los partidarios sobre las acciones de Trump, tanto en Washington como en todo el país.
Según una encuesta de NPR/PBS NewsHour/Marist realizada el miércoles, el 49% de los estadounidenses aprueba que la Cámara de Representantes inicie una investigación de juicio político contra Trump.
Entre los demócratas, el 88% aprueba la investigación, mientras que el 93% de los republicanos la desaprueba. Mark Updegrove, historiador presidencial y director de la Fundación LBJ en Austin, Texas, dijo que ese persistente apoyo de los legisladores republicanos es lo que distingue actualmente a Trump de Richard Nixon, quien dimitió en medio de la investigación sobre el caso de Watergate, después de que su propio partido empezó a abandonar al mandatario republicano.