Ampliando la temática relacionada con el reciclaje, en esta ocasión anotamos las graves consecuencias que se derivan de la producción, depósito y vertido de desechos (sólidos o líquidos) en fuentes hídricas, en áreas urbanas o en zonas boscosas. Esos desechos pueden ser biodegradables o no biodegradables.
El humano, desde su origen, usó los recursos de la naturaleza para su beneficio. Fue cazador-recolector y marcó la primera división social del trabajo. Unos se dedicaban a la caza de animales y más tarde a su crianza. Otros se dedicaron a buscar alimentos en los bosques y luego se volvieron agricultores. Se puede afirmar que sacaban beneficios de casi todo lo que usaban en su alimentación.
Los huesos y la piel de animales los usaban como amuletos, armas y vestimentas. De los vegetales comían casi todo y las semillas las usaban como prendas colgadas a sus cuellos y en sus rituales. La huella ecológica dejada por ellos fue prácticamente nula.
Luego devino la vida sedentaria y a partir de ella, los humanos cambiaron radicalmente su relación con la naturaleza. Se dio cuenta que podía modificar su entorno en su provecho y ello le permitió alcanzar niveles de bienestares, nunca imaginados.
Luego vino el desarrollo de la agricultura y se sembraban miles de hectáreas, y ello trajo la formación de villas o ciudades organizadas. Vino la urbanización y se desarrolla el comercio.
Aparejado con ello, se inició el primer problema de residuos o desechos, debido básicamente a la poca planificación en la recogida de la basura y ello desembocó en la aparición de plagas y epidemias terribles en los núcleos urbanos.
Posteriormente, con la revolución industrial, aparecen nuevas tecnologías aumentando la producción de nuevos productos y más desechos y “la tapa se le pone al pomo” cuando a partir de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se asume y se expande “la economía basada en el consumo, unida a la cultura de usar y desechar”. Lo que les importaba a los estados y a las industrias era ganar y acumular mucho dinero a como dé lugar, sin importar la salud de la gente ni del ambiente.
Hoy, el modelo de explotación insostenible produce millones de toneladas diarias de desechos y entre estados y empresarios se asocian para seguir ese derrotero y con publicidad mediática, ponen en la mente de las personas un deseo insaciable de consumir y desechar residuos.
Se nos presentan productos con o sin recipientes que después de usarlos pasan a ser desechos no biodegradables e incluso peligrosos, como son: plásticos, vidrios, textiles, metales, pilas, envases de tetrabrik, gomas de vehículos, desechos electrónicos, escombros y otros más.
Entre los desechos biodegradables, se cuentan los de las comidas, de plantas, de jardinerías, de mercados, entre otros. Estos desechos (los biodegradables) tienen una vida corta en el ambiente, pues son fácilmente atacados por microorganismos (bacterias, hongos, protozoarios, nemátodos, virus y algas) así como por los invertebrados del suelo (lombrices, ácaros, insectos como hormigas, comejenes, gusanos o larvas, etc.) y así se adicionan nutrientes al suelo y se le mejora su estructura.
Los desechos no biodegradables duran muchísimos años para descomponerse y en esa medida contaminan y deterioran la salud y el entorno. Botellas de vidrio tardan hasta 4.000 años en desaparecer. Fundas y botellas de plástico. Las fundas duran hasta 150 años en degradarse y una botella de PET puede tardar 1.000 años en desaparecer. Las Pilas.
Sus componentes tardan entre 500 y 1.000 años en degradarse. El mercurio de las pilas es el metal más nocivo, pues en contacto con el agua produce metil-mercurio, produciendo graves desórdenes del sistema nervioso en los seres vivos.
Una pila de mercurio puede contaminar 600.000 litros de agua, una de zinc-aire, 12.000 litros, una de óxido de plata, 14.000 litros, y una pila común, 3.000 litros. Las latas de aluminio duran unos 10 años para desaparecer y se requiere mucha lluvia y humedad para que el óxido las cubra totalmente.
La goma de vehículos tarda en degradarse alrededor de 500 años o más. El tetrabrik (recipiente rectangular formado por una lámina de cartón, otra de aluminio y otra de plástico), usado como recipiente para leche y bebidas, dura 30 años en desaparecer.
*Autor expresidente de SOEBA, exdirector UASD Barahona